El presidente Robert Mugabe, al frente de Zimbabue durante 37 años, ya es historia. El mandatario renunció ayer al poder una semana después de que el Ejército y sus antiguos aliados se levantaran contra él. Quedan tras de sí casi cuatro décadas de ostentación de poder que Mugabe inició como héroe de la independencia para evolucionar hacia el dictador que ha arruinado el país. Está previsto que hoy mismo se nombre al nuevo presidente del país africano.

Ante su resistencia a abandonar el poder, el Parlamento inició ayer un proceso de impeachment que quedó interrumpido porque, mientras se celebraba, el presidente de 93 años firmó su carta de renuncia definitiva.

Miles de personas salieron a las calles de Harare, la capital, para celebrar el final de la era Mugabe. Bocinas de coches tocando al unísono y bailes improvisados para jalear el fin del mandato del hombre que ha liderado el país -como primer ministro, primero, y como presidente, después- desde su independencia en 1980.

El detonante del alzamiento militar fue la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa el pasado día 6, forzada por la facción del partido gobernante, para allanar el camino de las ambiciones de la primera dama, Grace Mugabe, de 52 años, de convertirse en la sucesora de su marido en el poder. Su esposa también es conocida con el sobrenombre de Gucci Grace por su querencia a los artículos de lujo.

DE LIBERTADOR A DICTADOR / El partido cofundado por Mugabe, el ZANU-PF, optó por destituir al veterano líder como número uno de la formación y lo sustituyó por Mnangagwa, además de expulsar a Grace Mugabe y sus aliados. Pero nada parecía importar al presidente de 93 años, ni el rechazo popular ni el de su partido, hasta el punto de que la formación le dio un ultimátum e inició los trámites para arrancar una moción de censura que, finalmente, no se consumó por la renuncia definitiva de Mugabe.

Mugabe llegó al poder tras una guerra de independencia de Gran Bretaña que duró siete años, cuando fue nombrado el primer primer ministro negro. Al principio ofreció reconciliación entre las partes enfrentadas y auspició un boom económico. Pero no pasó mucho tiempo hasta que empezó deshacerse de los opositores. Del inicio de su mandato se recuerda el aplastamiento de una revuelta en la provincia de Matabeleland, con más de 20.000 civiles fallecidos. El hallazgo de fosas le costó la acusación de genocida. Tras dos mandatos como primer ministro, Mugabe propugnó un cambio constitucional y fue escogido presidente en 1990, poco después de la muerte de su primera mujer, Sally, vista desde muchos como la única persona capaz de contener al dictador.

Cuando, en el marco de una reforma agraria a finales del siglo XX, una masa enfurecida de ciudadanos negros invadió las granjas de blancos, Mugabe, sin mover un dedo para evitarlo, justificó los asaltos como «una corrección de las injusticias coloniales». Las incautaciones de granjas supusieron la ruina de una de las economías más dinámicas de África, con el colapso de las ganancias provenientes del comercio exterior y el inicio de una hiperinflación. La economía mermó un tercio entre el 2000 y el 2008, con un paro que alcanzó el 80%.