No ha cruzado victoriosa la meta, pero Hillary Clinton ha llegado más lejos en una carrera presidencial en EEUU que ninguna otra mujer antes. Nacida en 1947 en el seno de una familia conservadora en Illinois, Hillary Rodham destacó pronto como estudiante. Y si sus primeros pasos políticos fueron en apoyo del republicano Barry Goldwater, pronto halló su llamada en el Partido Demócrata.

Formada en el Wellesley College, estudió Derecho en Yale, donde conoció a Bill Clinton. La boda se celebró en 1975, en 1978 llegaron a la gobernaduría de Arkansas y en 1980 nació su hija, Chelsea. Desde que llegó en 1992 a la Casa Blanca, Hillary mostró que no sería una primera dama de compañía. Se frustró su plan de sanidad pública y le golpearon los escándalos de su marido, pero aguantó.

Individualidad

Y si su llegada al Senado demostró su capacidad de hacer carrera lejos de su esposo (y cometer sus errores, como el apoyo a la guerra de Irak), el reforzamiento de su individualidad se confirmó hace 16 meses, cuando emprendió su apuesta por la Casa Blanca.

La ha perdido, pero ha ganado también. Se ha labrado la imagen de candidata posible para la clase trabajadora y ha renovado el movimiento feminista. Y no ha perdido su ambición. Como ha dicho un exasesor de su marido, "aún quiere ser presidenta".