En las fotografías oficiales de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat aparece siempre sonriente, con una mueca de felicidad en su rostro. En cambio, en los enormes murales que Baha al Qidra pinta estos días en las calles de Gaza, el rais palestino muestra un semblante serio y una mirada trascendente fija en el infinito.

"Pinto lo que me sale del alma y, como sé que nuestro líder está sufriendo y que puede morir, no soy capaz de dibujarle riendo", explica este artista de 23 años que, desde que Arafat enfermó y fue trasladado a París, no da abasto para pintar los murales que el Gobierno y los particulares le piden.

Este autodidacta, que desde los 13 años se gana la vida pintando carteles, se había hecho famoso por los retratos de los jóvenes que morían en atentados suicidas o a manos de las tropas del Ejército israelí. "Las familias me los encargan", explica en el taller del barrio de Naser, en donde vive y trabaja junto a su hermano, rodeado de aerosoles y pinturas.

Sin embargo, desde hace varias semanas, su vida ha cambiado y ya sólo tiene un motivo de inspiración: Arafat. "Quiero mucho --explica con vehemencia-- al presidente y, desde que supe que estaba enfermo, empecé a pintar murales sobre él; primero lo hacía por mi cuenta, ya que dibujar esos murales en la calle era como hacer mi Intifada particular".

Jornada de 48 horas

Pero poco a poco, decenas de familias se pusieron en contacto con él, poniendo a su disposición las paredes exteriores de sus casas como lienzos para retratos alegóricos del líder palestino. "Estos días he pintado nueve murales de 18 metros de ancho por seis de alto", explica el joven, reconociendo su cansancio. "Tardo 12 horas en cada mural y, con tanta demanda, trabajo 48 horas, duermo seis, y vuelvo a trabajar. Y me quedan 23 por pintar", cuenta.

Este joven de cara avispada --es clavado al cantante del grupo Estopa-- y dedos manchados de pintura es un hombre orgulloso. Ante la posible muerte de Arafat, la ANP le encargó un enorme retrato del rais que cuelga majestuoso desde el martes en la fachada de la sede del presidente palestino en Gaza. El retrato incluye todo un muestrario de iconografía palestina.

Así, empujado por la urgencia de inmortalizar a un líder del que pronto puede quedarse huérfano, Baha ha pintado murales de Arafat en casas, calles y edificios oficiales. Pero no le basta. "Si pudiera le pintaría en el cielo", sentencia.