Bajo la presión de miles de manifestantes en la calle y, sobre todo, de su gran aliado estadounidense, el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, renovó ayer su promesa de abandonar el mando del Ejército y garantizó que las elecciones que antes de la instauración del estado de excepción estaban previstas en enero se celebrarán antes del 15 de febrero. La Casa Blanca calificó de "correcto" el paso dado por Musharraf. No lo vio así su principal adversaria política, la exprimera ministra Benazir Bhutto, que calificó de "vago" el anuncio de celebrar elecciones, y exigió una fecha concreta.

"No hay ni una sombra de duda en mi espíritu: las elecciones deben tener lugar, y antes del 15 de febrero del 2008", declaró Musharraf a la televisión, después de presidir una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, donde están representados los principales dirigentes políticos y militares del país.

Además, el dirigente se comprometió a abandonar sus funciones como jefe del Ejército antes de jurar para un segundo mandato presidencial, tal y como exige la Constitución suspendida desde el próximo sábado. Previamente, el fiscal general, Malik Mohamad Qayu, aseguró que el estado de excepción se levantará antes de las legislativas, en "uno o dos meses", informa France Presse.

Este anuncio supone el primer paso atrás dado por Musharraf desde el sábado, día en el que instauró el estado de excepción y suspendió la Constitución. Y no es gratuito. El pasado miércoles, la crisis paquistaní experimentó un importante giro. Musharraf recibió una llamada telefónica de su aliado, el presidente de EEUU, George Bush, quien, cada vez más incómodo con el desarrollo de los acontecimientos, le dijo que "no se puede ser a la vez presidente de un país y jefe de los militares" --según sus propias palabras-- y le instó a mantener las elecciones legislativas.

GIRO OPOSITOR También ese mismo día, Bhutto, que hasta el momento se había limitado a exigir un calendario electoral porque negocia desde hace meses un acuerdo para repartirse el poder con Musharraf, llamó por primera vez a "manifestarse masivamente contra el estado de excepción". Ayer, después de calificar de "vago" el anuncio de Musharraf y exigir que cuelgue el uniforme de general "antes del 15 de noviembre", Bhutto optó por mantener para hoy la reunión de su partido en Rawalpindi y la "larga marcha" entre Lahore e Islamabad anunciada para el próximo día 13.

Bhutto decidió mantener el pulso con Musharraf pese a que la policía le advirtió de que kamikazes islamistas se han desplazado a Rawalpindi para atentar hoy. El día de su regreso al país, el pasado 18 de octubre, la exprimera ministra ya salió ilesa del peor atentado suicida de la historia de Pakistán, que causó 139 muertos.

Al menos 800 seguidores del Partido Popular de Pakistán (PPK) fueron detenidos en Pakistán durante la noche del miércoles al jueves, después de unirse a las manifestaciones callejeras de opositores, jueces y abogados, según informaron fuentes del partido. Desde el sábado, más de 3.000 personas han sido arrestadas en el país en las manifestaciones pacíficas contra el estado de excepción y a favor de la democracia.

EL PERFIL Con Napoleón y Nixon como modelos, Musharraf, de 64 años, lleva ocho años en el poder, adonde llegó por un incruento golpe de Estado contra el primer ministro que lo había puesto al frente del Ejército, Nawaz Sharif. Cuando este último decretó su destitución, Musharraf ordenó desde el avión que lo traía de Sri Lanka la toma del poder por parte del Ejército. Diez horas después, el país se encontraba controlado por las fuerzas sublevadas en su nombre. Al poco depuso al Gobierno.