El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, cedió ayer finalmente a las presiones de Washington y viajó a Kabul para clausurar, junto a su homólogo afgano, Hamid Karzai, la denominada Jirga de la paz, una asamblea conjunta de líderes tribales y religiosos de los dos países. Los dos mandatarios firmaron una declaración de seis puntos en la que se comprometen a aunar esfuerzos para combatir a los talibanes y a Al Qaeda "y derrotar a las fuerzas del extremismo y el terrorismo". "Si trabajamos juntos y luchamos juntos no tengo ninguna duda de que alcanzaremos la paz y la estabilidad necesarias en nuestros dos países y en la región", afirmó el dirigente paquistaní en su discurso ante los 700 participantes en la Asamblea, que ha durado cuatro días.

Musharraf debía haber participado desde el primer día, pero el pasado miércoles canceló abruptamente su viaje a Kabul molesto por las veladas amenazas del presidente de EEUU, George Bush, de atacar los santuarios terroristas en las áreas tribales paquistanís y ante las dificultades que atraviesa su país. Ayer se avino finalmente a participar en la clausura después de las llamadas de Karzai y, sobre todo, de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice.

ACUSACIONES MUTUAS Pakistán y Afganistán se acusan de no hacer lo suficiente para neutralizar a los insurgentes talibanes y a los terroristas de Al Qaeda que se infiltran por la porosa frontera común y se esconden en el zonas tribales paquistanís.

En su discurso ante la Jirga, Musharraf reconoció ayer abiertamente que en estas regiones paquistanís han encontrado refugio los talibanes y admitió veladamente su propia responsabilidad. "Los afganos y su Gobierno deberían intentar traer la paz a su país, su responsabilidad es muy grande. Pero nuestra responsabilidad es muy grande también y consiste en imponer la paz en nuestras áreas tribales", afirmó el presidente paquistaní. Sin embargo, los líderes tribales de Waziristán, precisamente la región fronteriza en la que la insurgencia talibán ha instalado su santuario, han sido los grandes ausentes de la Jirga, lo que hizo que muchos analistas cuestionaran la utilidad del encuentro. Los jefes tribales de Waziristán se negaron a participar, alegando que sin la presencia de representantes de los talibanes no era posible hallar soluciones.

En cualquier caso, algunos creen que ya puede considerarse un éxito el mero hecho de que el encuentro se celebrara sin enfrentamientos de envergadura y que las dos partes hayan firmado un acuerdo. "La Jirga de la paz conjunta reconoce con firmeza que el terrorismo constituye una amenaza común para los dos países y que la guerra contra el terror debe continuar siendo una parte integral de la política nacional y la estrategia de seguridad de los dos países", señala el documento.

Los representantes paquistanís y afganos acordaron establecer una asamblea reducida de 50 delegados (25 por cada uno de los dos países), que se reunirá regularmente para hacer un seguimiento de la situación.

CONSENSO También hubo consenso en convocar de nuevo a la Jirga en un futuro, en Pakistán. Las dos partes acordaron también cooperar con proyectos económicos y sociales que puedan contribuir a socavar el apoyo de la población a los grupos radicales islamistas en los dos países. El encuentro clausurado ayer en Kabul fue promovido durante la cumbre que Karzai y Musharraf celebraron el pasado septiembre en Washington con George Bush.