Entre 1.500 y 3.000 detenidos, en su mayoría magistrados contestatarios, dirigentes y militantes de partidos opositores; decenas de heridos; manifestaciones de protesta reprimidas a palos o con gases lacrimógenos. El Gobierno de Pakistán se empleó a fondo durante la jornada de ayer para aplastar por la fuerza en las principales ciudades los actos de protesta organizados contra la imposición del estado de excepción en el país el pasado sábado. La intensa presión interna y externa que experimentó el presidente, Pervez Musharraf, le obligó a recular respecto a un posible aplazamiento de las legislativas y a mantener la convocatoria electoral para la fecha prevista: principios del 2008.

Docenas de letrados se concentraron ante los locales del Tribunal Supremo en Karachi, donde corearon consignas antigubernamentales, hasta que fueron dispersados. "!Vete Musharraf, vete!" o "el dictador es inaceptable", gritaban los manifestantes. Abdul Hafeez, uno de los cientos de abogados detenidos ayer en la capital económica del país, gritaba mientras la policía le introducía en el coche: "No nos dejaremos intimidar; seguiremos luchando, pase lo que pase". Incidentes similares se produjeron en Lahore, junto a la India.

JUECES BAJO ARRESTO Numerosos jueces permanecieron incomunicados en sus propias casas por negarse a sancionar la imposición del estado de excepción. Pese a que Musharraf se escudó en el creciente activismo de los extremistas islámicos, la creencia general es que, al suspender la Constitución, lo único que pretendía Musharraf era preservar su poder y evitar que los jueces del Tribunal Supremo fallaran en contra de su polémica elección. Precisamente su presidente, Iftijar Chaudhry, llamó ayer a la ciudadanía a la desobediencia civil: "Es el deber de todos los ciudadanos y de los abogados en particular para que continúen su lucha por la supremacía de la Constitución, y la independencia de la judicatura".

La presión sobre los abogados se hizo también extensiva a las fuerzas políticas islamistas. Qazi Husein Ahmed, líder de Jamaat-e-Islami, el principal movimiento fundamentalista opositor, fue puesto bajo custodia, mientras centenares de simpatizantes --entre 400 y 500-- fueron arrestados en redadas nocturnas.

La brutal represión desencadenada por Musharraf empujó a Benazir Bhutto, líder del Partido Popular paquistaní, a reaccionar y ha motivado que la comunidad internacional eleve el tono de sus críticas. Bhutto bramó contra las detenciones: "Condenamos firmemente la violencia contra los abogados y la gente de la prensa; estas demostraciones de brutalidad deben mantenerse alejadas de nuestra sociedad".

NORMALIDAD CONSTITUCIONAL Desde Washington, el Departamento de Estado de EEUU alzó el tono y advirtió de que las relaciones bilaterales "no podrán permanecer idénticas" si sigue el estado de excepción. George Bush instó a Musharraf a celebrar elecciones "lo antes posible". Holanda fue el primer país occidental en suspender la ayuda. El mensaje fue recibido por Musharraf, quien prometió celebrar las legislativas en enero.