Los narcotraficantes mexicanos convirtieron durante el fin de semana la ciudad fronteriza de Tijuana en un enorme escaparate de los horrores, en medio de una lucha despiadada por el control de la plaza más codiciada del país, puerta de entrada a la rica y viciosa California. El hallazgo de otros 10 asesinados junto a amenazadores narcomensajes elevó ayer a 54 el número de ejecutados en la que ha sido la semana más violenta que se recuerda y a casi 500 las víctimas locales en lo que va de año.

"Esta es gente de El Albañil . No confundan, culones. El Albañil es el degradado ingeniero", decía el mensaje hallado junto a dos decapitados. Otros textos similares mencionaron también al Ingeniero a lo largo de la semana, uno de ellos junto a barriles de ácido con restos humanos. Se trata de Fernando Sánchez Arellano, sobrino de los hermanos Arellano Félix, quien tras la muerte o detención de varios de sus tíos asumió el control del cártel.

Esta organización, que 15 años atrás era la más poderosa del país gracias a los apoyos políticos, se debate ahora entre peleas internas y deserciones, bajo el acoso violento de los demás cárteles de la droga. Los enemigos del capo Fernando Sánchez diezman sus filas con asesinatos y amenazas. La semana pasada presentaron un horrible catálogo de víctimas, con el sello común de que estaban amordazadas y maniatadas, desnudas, la cabeza con bolsa de plástico y el tiro de gracia. Algunos cuerpos presentaron amputaciones o tenían la lengua cortada.