La luz ha vuelto con las elecciones generales de mañana, pero Nicaragua vive a oscuras. Los apagones, de varias horas, son habituales en Managua. Tampoco arrojan mucha luz los comicios. Las encuestas, aquí poco fiables, dan como favorito a un Daniel Ortega que lidera el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). El rojinegro revolucionario se ha decolorado al rosa, pero Ortega, tres veces derrotado en las urnas y que gobernó el país entre 1984 y 1990, es todavía un icono para quienes apenas logran comer algo de queso y arroz con frijoles.

Con la revolución, el servicio militar y la guerra de la Contra , los ricos se fueron del país. Han ido volviendo y, al decir popular, "viven como Dios". Apoyan a la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN).

Se calcula que más de medio millón de nicaragüenses han tenido que emigrar y que el 80% de la población es pobre. La deuda, externa e interna, pesa tanto como la política. El sandinismo acude dividido a las urnas. Salvo los comandantes duros, todos se han ido del FSLN de Ortega.

En ese marco de pobreza, resurgen los fervores religiosos y las sectas. A la revolución siguió el desencanto.