Corren tiempos tensos en Crawford. Durante los últimos cuatro años y medio, este pueblo de 705 habitantes en el corazón de Tejas se ha beneficiado de la llegada de su más famoso vecino, el presidente George Bush. Sin embargo, este verano la vida se ha alterado en esta parte del denominado Cinturón de la Biblia con el aterrizaje en sus praderas de Cindy Sheehan y los cientos de manifestantes que protestan contra la guerra y exigen la retirada de las tropas de Irak. El choque entre dos posturas diferentes ante la guerra, entre dos visiones enfrentadas en casi todo, es uno de los cuadros más reveladores de las dos Américas. La tensión promete ganar más intensidad este fin de semana, cuando llegará una caravana con un eslogan inequívoco: "No hablas por mí, Cindy".

La protesta ha sido organizada por la organización Move America Forward, que llama a unirse a los "cansados del ataque constante a EEUU por parte de los medios desvergonzadamente liberales y los políticos de izquierdas". Pero, hasta la llegada de esos manifestantes, ha sido Gary Qualls quien ha intentado contrarrestar en Crawford la atención mediática que han logrado los pacifistas.

Este hombre es el padre de Lewis Qualls, un marine de 20 años que murió en Faluya. En su honor ha construido un centro de protesta, cuya denominación deja claro el espíritu con que se enfrenta a los pacifistas: si el movimiento de Sheehan ha construido dos campamentos con el nombre de Casey, su hijo muerto, Qualls ha levantado un fuerte .

Protestas profesionales

"Cindy Sheehan y los otros dicen que me representan, pero veo a grupos de homosexuales, defensores de los animales, gente tipo Michael Moore... Y empiezo a ver manifestantes profesionales", critica Qualls, que se enfrentó a los pacifistas para que quitaran el nombre de su hijo de una de las cruces con las que representan a los soldados muertos. "No me puedo creer que ella se haya asociado a grupos que son asociales y no aceptados en el país".

Ronald Griffin, cuyo hijo también murió en Irak, ha expresado opiniones similares en una carta enviada a The Wall Street Journal . "Comparto su dolor, pues conozco muy bien la extensión de la agonía que sufrirá siempre. Pero detesto todo lo que representa y a aquellos que la ensalzan como símbolo de los padres de soldados caídos. Aunque todos recorremos el mismo triste camino de pena y agonía, lo hacemos como individuos", ha escrito.

Es un duelo de dolores en el que se encuentran todo tipo de argumentos que justifican la presencia de los manifestantes en este lugar. "Dios me ha elegido para hacer esto", explica Qualls, que ha bajado al nivel terrenal el origen de su protesta al mencionar la llamada de un oficial del Ejército que le habló de neutralizar a Sheehan.

El fuerte Qualls se alza en la parte trasera de la tienda de regalos Rosa Amarilla, uno de los cuatro locales que abrieron en la fantasmagórica calle central de Crawford después de que Bush comprara en 1999 su rancho. El dueño, Bill Johnson, es uno de los principales activistas en apoyo a las tropas y al presidente. No sólo ha prestado el espacio para el fuerte, también para instalar una réplica de la campana de la Libertad y las tablas de los Diez Mandamientos, un conjunto traído desde la vecina Fort Worth por David Hall, un veterano que lleva esta instalación a escuelas, desfiles y funerales de los soldados.

Sentado en el porche de su local, cerca de una enorme bandera de EEUU y de una pancarta que reza: Recuerden el 11-S , Johnson habla y sus palabras ejemplifican qué se piensa, se siente y se escucha en Crawford. "Cuando utilizas la Biblia, Dios construye puentes", dice Johnson a una pacifista que se ha acercado a conversar con él. Lo que empieza como ejemplo de diálogo, se transforma en pocos segundos en un duelo. "¿Apoyas el aborto?", inquiere Johnson. Ella, sin querer entrar en la discusión, se marcha, pero antes lee en voz alta uno de los Diez Mandamientos de la entrada: "Imagino que el ´No matarás´ no se aplica a los iraquís", se le escucha decir.

"La mayoría de esta gente que ha venido a protestar no entiende la vida. Aquí en Tejas la respetamos porque la entendemos, la reverenciamos porque sabemos que a veces es importante matar para que nazca algo nuevo", dice Johnson, que se levanta para buscar la Nueva Versión Internacional de la Biblia y leer un pasaje del Eclesiastés que ha subrayado. "El corazón del sabio se inclina a la derecha, pero el corazón del loco se inclina a la izquierda".

Como Qualls, Johnson utiliza términos militares para hablar de la contraprotesta. "La caballería está en camino", dice. "Es el momento de que América se haga escuchar".

Qué es América: no es fácil de definir. A hablar con Johnson llega Tom Leath, un joven republicano hijo de un demócrata que fue congresista en Tejas 12 años y que murió en el 2000. "A mi padre le hubiera enfadado mucho que viniera esta gente que no es de aquí para protestar por todo tipo de cosas", dice. "En América puedes expresar tus opiniones, pero no hay razón para que éstos lo hagan aquí. Expresan puntos de vista que la mayoría de tejanos no comparten y ponen a Tejas bajo focos de luz negativa", dice.

La denuncia de la mayoría de vecinos de Crawford es que la protesta no es espontánea, sino organizada. Pero el ataque es personal. "Lo que hace Cindy Sheehan deshonra a su hijo", explica Fran Shelton, hija del dueño de Coffee Station, el único restaurante de Crawford.