El Tratado de Lisboa se estrelló en las urnas de Irlanda. La propuesta que debería desencallar la construcción de Europa fue ampliamente rechazada en el único de los 27 países de la Unión Europea (UE) que había dejado la ratificación en manos de los ciudadanos. El no se impuso en el referendo con un 53,4% de los votos, frente al 46,6% de los sufragios para el sí. La participación en la consulta fue del 53% y el solo venció en 8 de las 43 circunscripciones electorales del país. El desplante de los irlandeses, que cuanto más prósperos más euroescépticos se vuelven, bloquea la reforma de las instituciones europeas.

Todos los países deben ratificar obligatoriamente la normativa con la que se ha intentado resucitar la fallida Constitución europea, torpedeada en el 2005 por los votantes de Holanda y Francia. Pero la estructura entera puede ahora hundirse. Al conocer las noticias, el presidente de la República Checa, Vaclav Klaus, declaró al Tratado de Lisboa "acabado", al "no ser posible continuar con la ratificación".

El presidente del Gobierno irlandés, Brian Cowen, reconoció que el resultado conduce a "una gran incertidumbre y a una situación compleja", que "no tiene una fácil solución". Cowen indicó que su Gobierno, que ha encabezado la campaña por el sí, se tomará el tiempo necesario para decidir cuál debe ser el siguiente paso, después de "hacer consultas en casa y entre los colegas europeos". El nuevo Tratado, ahora en el aire, debía entrar en vigor el próximo 1 de enero.

"DAVID Y GOLIAT" La victoria del no estuvo clara ayer desde el primer momento. Apenas abiertas las urnas e iniciado el cómputo, se fue haciendo evidente que los detractores del Tratado habían logrado un triunfo holgado. "Es un gran día para la democracia. Los irlandeses han mostrado un valor extraordinario y buen juicio", señaló el multimillonario Denclan Ganley, el gran impulsor de la campaña por el no. Sus seguidores recibieron con gritos y saltos los resultados. Gerry Adams, líder del Sinn Féin, el único partido parlamentario opuesto al Tratado, calificó de "muy positiva" la victoria, que comparó a "la lucha entre David y Goliat".

El mayor respaldo del no se produjo en las zonas rurales y en las barriadas populares de las grandes ciudades. El resultado es desastroso para la imagen de Europa, que queda sumida en el caos. Lo ocurrido muestra la incapacidad de Bruselas para conectar con los ciudadanos y hacerles comprender el atractivo de las reformas. Irlanda, por su parte, puede quedarse aislada dentro de una Europa de la que ahora reniega y que tanto le ayudó a salir de la miseria.