La pesadilla se hizo realidad para los Kirchner. En una sesión plagada de acusaciones y denuncias cruzadas de extorsión, el Senado argentino rechazó el proyecto de ley para gravar las ganancias extraordinarias de las exportaciones de soja. El voto del vicepresidente Julio César Cleto Cobos se unió a las movilizaciones contra el impuestazo que los productores agropecuarios y la oposición de centroderecha llevaron hasta el corazón del país.

Tras siete meses de gestión y cuatro de conflicto con el campo, la presidenta Cristina Fernández de Kircher sufre una derrota que condicionará seriamente sus próximos tres años y medio de mandato. Le espera el peor de los panoramas.

OTRO PAIS Argentina tenía en marzo unas previsiones de crecimiento económico del 8%. Entonces llegaron las llamadas retenciones a las exportaciones, con el alegado propósito de "distribuir la riqueza". Terratenientes y pequeños propietarios unieron sus voces contra la medida. Hubo bloqueos de carreteras, desabastecimiento y más inflación. El peronismo, partido gobernante, empezó a tener fisuras.

Cristina Kirchner decidió que el Congreso diera legitimidad a un impuesto que ya regía. Pasó por la Cámara de Diputados y llegó el turno del Senado. Antes de votar, el expresidente Néstor Kirchner recordó que había un golpe en marcha y que estaba en juego el "Gobierno nacional y popular".

Tras 14 horas de debate, la situación quedó empatada a 36 votos. Le tocaba a Cobos inclinar la balanza. "Es el día más difícil de mi vida", comenzó. Se reconoció "parte" del Gobierno a pesar de proceder de la Unión Cívica Radical (UCR). Y, como miembro de una "concertación plural", reivindicó el disenso. Consideró, en ese sentido, que el impuestazo había dividido "inexplicablemente a la población". Por eso tomaría su decisión buscando "no poner en riesgo la paz social". En ese instante, el kirchnerismo comprendió que se le venía encima lo peor. "Que la historia me juzgue. Pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo", terminó Cobos.

CACEROLADA A esa hora, en los barrios acomodados, las cacerolas, que ya sonaban temiendo un triunfo del peronismo, repicaron al compás de la victoria del campo . "Créanme: Dios existe. Hemos tenido una revolución en paz", dijo Elisa Carrió, principal referente de la oposición.

Los Kirchner callaron. "El kirchnerismo, tal como se lo conoció, ha terminado", profetizó Joaquín Morales Solá, columnista de La Nación .

Ahora resta saber si la presidenta derogará o no el polémico e impopular impuestazo .