Cuando después de la medianoche de ayer empezó a moverse el metro que el jueves quedó paralizado en la mitad de uno de los puentes que unen Brooklyn y Manhattan, el ruido, que habitualmente impide dormir en las casas pegadas a las vías, les pareció a sus residentes "casi una bendición". Se acabaron las perspectivas de largas caminatas, caros taxis o trayectos recorridos en bicicleta en los días más calurosos del verano.

Tras un viernes de paulatino regreso a la normalidad, de la que unos barrios empezaron a disfrutar por la mañana y otros tuvieron que esperar casi hasta la noche, la ciudad de Nueva York amaneció el sábado a todo gas.

Funcionaba toda la red de metro y los aeropuertos conseguían poco a poco recolocar a los pasajeros afectados por los retrasos y las cancelaciones. Los restaurantes y las tiendas también abrieron sus puertas, los taxistas, por su parte, tuvieron que seguir los dictados del taxímetro y los teléfonos móviles sonaron de nuevo.

750 MILLONES DE DOLARES

Los expertos hablan de la dificultad de estimar las pérdidas, pero el Consejo Financiero del ayuntamiento ha calculado ya un coste para sus arcas de 750 millones de dólares (666 millones de euros o 110 billones de pesetas) por ingresos perdidos y pagas de horas extras a policías, bomberos y otros funcionarios.

A nivel nacional, los analistas aseguran que el histórico apagón será poco más que un pequeño borrón. "Los apagones son económicamente como una tormenta de nieve: una incomodidad, pero que no se refleja en las estadísticas de la actividad económica del año", aseguraba ayer en The new York Times el economista Mark Zandi.

Pero pese a que el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, presumió de haber recibido la felicitación personal del presidente George Bush por su gestión de la crisis y pese a que la autodenominada capital del mundo disfrutaba otra vez de la tranquila normalidad de un fin de semana, no todo fue perfecto. Los problemas del apagón continuaron dejándose sentir en otras partes del propio estado de Nueva York y del país, afectando a 10 millones de personas.

HERVIR EL AGUA

En los estados del medio oeste, que como gran parte de la América rural reciben su agua potable a través de un sistema eléctrico de bombeo, seguían con problemas de suministro. Unos 50 miembros de la Guardia Nacional ayudaron a distribuir casi 30.000 litros de agua potable en Cleveland, y la alcaldesa recomendó a los ciudadanos hervir el agua de grifo.

La misma recomendación se escuchó en Detroit. Aunque la gobernadora del estado de Michigan, Jennifer Granholm, anunció el restablecimiento de toda la electricidad, el área metropolitana de Detroit siguió bajo alerta. "No hemos salido de la tormenta", advirtió Granholm. "Si la gente no ahorra energía habrá más apagones", añadió.

DESCONEXION DE LA RED

Por si las advertencias no fueran suficientes para convencer a los ciudadanos, en el área de Cleveland, en el norte del estado de Nueva York y en partes de la ciudad se desconectó la red eléctrica periódicamente como medida para evitar la sobrecarga. Eso no es normalidad.