Con las noticias no se juega, y menos si afectan, en una campaña presidencial en EEUU, al mismísimo presidente. La emisión en septiembre en la cadena CBS de un reportaje que acusaba a George Bush de haber usado enchufes en su servicio militar no tuvo intención política. Y no está comprobado que los documentos en que se basó sean falsos. Sin embargo, lo que está claro para los dos expertos que han investigado el caso es que al menos tres ejecutivos y una productora de la cadena --que el lunes fueron despedidos o invitados a dimitir-- se saltaron las normas básicas del periodismo. Además, muchos otros, incluyendo la estrella de la CBS, Dan Rather, se empecinaron luego en lo que los expertos consideran una indefendible defensa del reportaje.

Prestigioso ´60 minutos´

El programa en el que se desató el escándalo el 8 de septiembre fue el prestigioso espacio de investigación 60 minutos . En él, y con cuatro documentos facilitados por una fuente que resultó estar vinculada al Partido Demócrata, se acusó a Bush de recibir un trato de favor.

Las dos personas que han investigado el caso son un exfiscal general de EEUU, Dick Thornburg, y el expresidente de la agencia Associated Press Louis Boccardi. Y su conclusión es clara: "Los problemas fueron causados por un celo miope por ser la primera organización en emitir lo que se creía una historia nueva y la rígida y ciega defensa del segmento después de su emisión a pesar de las indicaciones sobre sus deficiencias", escriben en su informe, donde se señala una cascada de fallos.

Entre esos fallos, un decálogo de lo contrario al rigor periodístico, se subraya que no se estudió bien la fuente y que la comprobación de los datos cayó en el mismo equipo que preparó el reportaje. Por eso, la CBS ya ha anunciado que aplicará algunas de las recomendaciones de los investigadores para mejorar.

Cadena malherida

La CBS se sabe malherida. Por eso Leslie Moonves, su presidente, emitió un comunicado: "Lamentamos profundamente el flaco servicio que el reportaje hizo al público estadounidense, que tiene derecho a esperar de las noticias de la CBS imparcialidad y precisión". Mary Murphy, la productora del reportaje y la única despedida fulminantemente, se defendió también. Recordó que no se probó que los documentos fueran falsos y atribuyó a sus superiores la emisión. "Si se cometió un delito periodístico, no fui yo la autora", escribió.