Una información no confirmada y procedente de una sola fuente ha sido suficiente para poner Estados Unidos, otra vez, en estado de alerta. El FBI y el Departamento de Seguridad Interior advirtieron el viernes de que los terroristas de Al Qaeda pueden estar planeando usar aviones de carga para atacar objetivos en el país, entre ellos centrales nucleares.

La preocupación por la seguridad de los aviones de carga creció después de que, tras los atentados del 11-S, se reforzaran las medidas de control sólo en los de pasajeros. En septiembre, un hombre se facturó a sí mismo y no fue descubierto hasta que el contenedor se entregó en Tejas, un episodio que mostró las carencias en el control de las naves de carga.

Y mientras los fantasmas de otro 11-S sobrevuelan el país, la comisión federal que investiga aquellos ataques sigue insistiendo en su lucha para obtener información de la Administración. El viernes, los diez miembros del grupo emitieron su segunda citación exigiendo al Pentágono que comparta documentos, cintas y transcripciones, aunque decidieron no realizar una citación similar para la Casa Blanca. Mientras, el presidente George Bush, dedicó ayer su discurso radiado semanal --centrado en Irak las cinco últimas semanas-- a apuntarse el mérito de los últimos datos económicos favorables.