Las excepcionales medidas de seguridad desplegadas por el Gobierno iraquí en Bagdad han sido inútiles. Siete atentados en cadena convirtieron la capital en un escenario dantesco. En total, y contando dos atentados más en Mahmudia y Baquba, los ataques acabaron con la vida de 50 personas e hirieron a más de un centenar, entre civiles y miembros de las fuerzas de seguridad.

El atentado más sangriento se produjo en Bagdad al caer la noche, cuando un coche bomba mató a 12 transeúntes, incluidos varios niños, e hirió a 38 más. Horas antes, en el barrio bagdadí de Kamarra, un suicida se voló junto a un control militar iraquí. Once personas murieron y 15 resultaron heridas.

DOS MERCADOS ATACADOS Los terroristas también atacaron dos concurridos mercados. Tres morteros cayeron en el de Al Istarabadi, en el barrio chií de Kazimiya, mientras que un artefacto camuflado en una bolsa de plástico estalló apenas media hora más tarde en el de Haraj, uno de los más tradicionales de la capital. El saldo de las explosiones fue de seis personas muertas y cerca de 40 heridas.

En el distrito de Al Amín, al este de Bagdad, un artefacto explosivo alcanzó de lleno a un minibús y mató a cuatro pasajeros e hirió a otros 14 iraquís. En el atentado en Mahmudia, a 30 kilómetros de la capital, un coche bomba estalló junto a un control y mató a siete soldados iraquís.

El Ejército de Estados Unidos informó de la muerte de uno de sus soldados en un ataque de los rebeldes en Yusufia, población situada en el llamado Triángulo de la Muerte. Otros dos militares norteamericanos están desaparecidos.

Mientras, el Gobierno de Irán anunció la celebración en julio de una conferencia sobre la seguridad en Irak, a la que han sido invitados todos los países de la región.