Los desastres meteorológicos están protagonizando una segunda mitad del año particularmente dura. Después de que los huracanes Irma, Harvey y el reciente María hayan arrasado parte del Caribe, la costa sur de EEUU y Puerto Rico, un fuerte temporal -salvando las distancias- también ha llegado al corazón de Europa. A pesar de tener un impacto inferior a los que han azotado el Atlántico, la tormenta conocida como Xavier también ha tenido fuertes repercusiones en un escenario poco habituado a estos fenómenos, causando hasta nueve muertos, siete en Alemania y dos en Polonia, y unos 60 heridos, y dejando un importante rastro de destrozos.

Según un balance preliminar ofrecido por la policía alemana, la mayoría de las víctimas fallecieron a causa de la caída de árboles sobre sus vehículos en los estados federados de Hamburgo, Brandeburgo, Berlín y Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el norte y el este del país. La severidad de este inusual temporal huracanado, con vientos de hasta 180 kilómetros por hora, llevó el jueves al cuerpo de bomberos de la capital alemana a declarar el estado de emergencia y a las autoridades hamburguesas a pedir que no se saliera de casa.

Además, se cancelaron vuelos en los aeropuertos de Berlín, Bremen, Hamburgo y Hannóver, y los servicios de trenes y buses también se vieron afectados. En Düsseldorf, los fuertes vientos complicaron el aterrizaje de un avión Airbus A380 procedente de Dubái. Aunque el temporal ya había dejado atrás Alemania, el transporte público aún no estaba ayer totalmente normalizado y persistían los retrasos y las rutas suspendidas. Esta situación afectaba también a otros estados del país, como Schleswig-Holstein, Bremen y Baja Sajonia.

Y DESPUÉS, POLONIA / El temporal Xavier obligó a las autoridades alemanas a declarar la alerta 3, el segundo nivel máximo, para los ciudadanos de las áreas afectadas. La complicada situación impidió el jueves a muchas personas regresar a sus hogares. Para ayudar a los afectados, la compañía ferroviaria Deutsche Bahn proporcionó espacios en sus trenes parados y distribuyó bebidas. Ese fue el caso en la ciudad de Kassel, donde se tuvo que dar espacio a unas 1.000 personas. Otras organizaciones proporcionaron comida. En otras localizaciones los afectados fueron distribuidos en escuelas reconvertidas en refugios de emergencia.

Durante la noche del jueves, la tormenta alcanzó también la vecina Polonia, donde en sus primeras horas había causado dos muertos y 39 heridos. Estos vientos particularmente violentos también habían dejado hasta 500.000 hogares del oeste del país sin energía y unos 890 edificios dañados. Los bomberos estaban ayer despejando las zonas en las que el temporal ya ha amainado y retirado los alrededor de 9.000 árboles que han caído.