Ante centenares de residentes, obligados a asistir a un nuevo acto de barbarie, más propio de la Edad Media que del siglo XXI. Con un tiroteo entre milicias islamistas rivales --unos defendiendo la culpabilidad de los acusados, otros su inocencia-- como aperitivo. Mohamed Abukar Ibrahim, de 48 años, fue ayer enterrado vivo hasta el pecho en un descampado próximo a Afgoye, a 30 kilómetros de Mogadischo, capital de Somalia, antes de ser apedreado hasta su muerte, aplicando con todo el rigor el castigo reservado por la sharia (ley islámica) para los adúlteros. La mujer con la que cometió el delito, al ser soltera, fue castigada solo a 100 latigazos, mientras otro hombre condenado por asesinato fue ejecutado a tiros.

VEREDICTO "No podía mirar", admitió Alí Gabow, un testigo de los hechos, refiriéndose al rostro de Mohamed Ibrahim, cubierto de regueros de sangre. Minutos antes, el juez Osman Siidow Hasán había informado a la concurrencia de su veredicto: "Este es su día de justicia; hemos investigado y han confesado".

Acto seguido, comenzó un intercambio de disparos entre facciones del mismo grupo, que abogaban por la culpabilidad o la inocencia de los acusados. "Unos querían posponer la ejecución, mientras que otros insistían; intercambiaron disparos y el grupo que estaba contra la ejecución fue superado y fue expulsado", narró un testigo.

Se trata de la primera ocasión en que semejantes ejecuciones tienen lugar en la zona controladas por las guerrillas de Hizbul Islam. Este tipo de castigos se asocian preferentemente con las milicias Al Shabab, a las que Estados Unidos acusa de ser una franquicia de Al Qaeda en el Cuerno de Africa. El hecho de que bandas islamistas rivales comiencen a equiparar sus prácticas con las de grupos alineados con Al Qaeda constituye una noticia nada positiva para quienes temen que Somalia se convierta en lo mismo en lo que fue Afganistán en los meses previos a los ataques del 11-S en Estados Unidos: un lugar donde el yihadismo internacional puede campar a sus anchas y preparar ataques contra Occidente.

ALARMA Las lapidaciones ocurridas en Somalia han sembrado la alarma incluso de la ONU. Bari, experto de Naciones Unidas en derechos humanos para el país africano, urgió en noviembre a ponerles fin, así como a otras prácticas inhumanas y degradantes. Shamsul Bari afirmó que los apedreamientos públicos, al igual que los azotes y las ejecuciones sumarias, muestran el deterioro de las libertades fundamentales en este país.