El cerco sobre el general Ricardo Sánchez, máximo responsable militar de EEUU en Irak, se estrecha. Documentos obtenidos por The Washington Post confirman que el general aprobó personalmente en Abú Graib el uso de perros, temperaturas extremas, la alteración del sueño y la aplicación de dietas de pan y agua para los detenidos. El general está acorralado, y es casi imposible que escape a la investigación que el propio Pentágono está realizando, de cuya supervisión ha pedido ser relevado.

POR ESCRITO Filtraciones de la parte secreta del informe sobre los abusos en Abú Graib realizado por el general Antonio Taguba ya denunciaban que Sánchez había aprobado por escrito el uso de las duras técnicas de interrogación, exportadas mayoritariamente de Guantánamo, en Cuba, donde habían sido permitidas con la aprobación de altos mandos del Pentágono, incluyendo al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

SIN PERMISO PREVIO Pero los documentos en poder del Washington Post demuestran por primera vez que, antes de octubre del 2003, Sánchez permitió que las torturas se realizaran sin buscar el permiso previo de nadie fuera de la prisión.

Tras las protestas protagonizadas por oficiales del mando central en Florida, el general retiró el 12 de octubre parte de las técnicas de interrogatorios de la lista de las tácticas permitidas. Sánchez también estipuló el mismo mes que sería necesario que él diera su consentimiento para aplicar las técnicas que aún estaban permitidas.