Las Naciones Unidas han protestado por el creciente número de civiles que mueren víctimas de los bombardeos de la coalición anti-Estado Islámico en Irak y Siria. Este jueves, sin ir más lejos, 35 civiles perecieron en la localidad oriental siria de Mayadeen a consecuencia de las bombas de la alianza capitaneada por Estados Unidos, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

El OSDH, dirigido por un opositor sirio residente en el Reino Unido y que cuenta con una amplia red de colaboradores sobre el terreno, ha afirmado además que 225 civiles (44 de ellos, menores) han perdido la vida en el último mes de bombardeos aliados en Siria, lo que supone un récord de muertes civiles desde el comienzo de los ataques aéreos, en septiembre de 2014. El total de civiles muertos en Siria desde entonces, según el OSDH, es de 1.481.

“Que el Estado Islámico (EI) controle una zona no implica que no haya que tomar las precauciones necesarias. Los civiles deben ser protegidos, ya sea en áreas controladas por el EI o por cualquier otro bando”, ha asegurado este viernes en una rueda de prensa en Ginebra el portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Rupert Colville.

IRAK EN LA MISMA LÍNEA

Las noticias no son mejores al este de Siria, en Irak, donde EEUU ha admitido haber matado a 105 civiles en un bombardeo en la ciudad iraquí Mosul, en lo que constituye el peor suceso con víctimas civiles de por medio desde el inicio de la campaña contra el Estado Islámico.

Cuando, el pasado 17 de marzo, aviones de la coalición bombardearon un edificio de Mosul, en el barrio de Al Jadida, a petición iraquí, para acabar con dos francotiradores yihadistas que impedían el avance seguro de las tropas de Bagdad, el ataque concluyó con al menos 105 civiles muertos.

A través de un resumen desclasificado del informe sobre el suceso, el mando central de Estados Unidos ha detallado que usó “munición guiada de precisión” para “minimizar los daños colaterales” en el bombardeo, que habría detonado de manera imprevista explosivos que el EI había colocado previamente en el edificio.

LLUVIA DE BOMBAS

Los civiles, que habían sido expulsados de sus viviendas en pisos superiores por los fundamentalistas, se refugiaron en los pisos bajos, y fallecieron cuando el edificio se derrumbó. Según la información aportada por EEUU, los explosivos del EI eran de una potencia cuatro veces mayor que las de sus bombas, que por sí solas no habrían podido tirar el edificio. Washington concluye que los autores del bombardeo “no habrían podido predecir la presencia de civiles en la estructura antes del ataque”, aunque un supervisor de la investigación admitió que en los dos días anteriores al ataque no se realizó vigilancia aérea del edificio debido al mal tiempo.

Fuentes locales y testigos citados por la agencia de noticias Reuters aseguran que hasta 240 personas podrían haber muerto en el ataque, con 36 civiles muertos más en el edificio atacado de las que EEUU dice que hay “pruebas insuficientes para determinar su estado”.