Hoy, tras un servicio religioso, los miembros del 112 Congreso de EEUU jurarán su escaño y abrirán el nuevo curso político. Mañana, en la Cámara baja, lo primero que se escuchará es una lectura de la Constitución. Con ese repaso en voz alta del texto de 1787, los republicanos, que en las elecciones de noviembre lograron la mayoría en esa Cámara de Representantes y sumaron siete escaños en el Senado, pretenden lanzar un mensaje a sus bases, especialmente a los votantes del Tea Party, a los demócratas y al presidente, Barack Obama.

Reclaman a través de esa lectura una reducción del papel del Gobierno para ajustarse a los límites establecidos en el texto constitucional, complaciendo a esas bases ultraconservadoras que fueron clave en su victoria en noviembre y poniendo sobre aviso a los demócratas. Y esa es la campanada con que iniciarán dos años de duro combate, en que algunos de los primeros golpes pueden ser de efecto, pero donde también otros se anticipan como muy peligrosos.

Ya el lunes, el que será nuevo presidente de la Cámara baja en lugar de Nancy Pelosi, John Boehner, inició los trámites para que en una semana pueda votarse una iniciativa que repelería la ley de reforma sanitaria. Lo hizo aun sabiendo que es un esfuerzo inútil: aunque ellos lo aprueben sus compañeros en el Senado ni siquiera pretenden votar la iniciativa porque no disponen de la supermayoría necesaria en esa cámara, y nadie olvida que Obama tiene poder de veto.

CONTENTAR A LAS BASES El presidente comprende que los líderes republicanos disfrutan de su momento de gloria y el lunes, regresando de sus vacaciones en Hawái, analizaba que durante un tiempo los conservadores tratarán de contentar a sus bases. Pero Obama aprovechaba también su breve encuentro con la prensa a bordo del Air Force One para poner responsabilidad sobre las espaldas de la oposición: "Mi esperanza es que Boehner y Mitch McConnell líder de la minoría republicana en el Senado se den cuenta de que habrá tiempo suficiente para hacer campaña para el 2012 en el 2012 y que nuestro trabajo este año es profundizar en la recuperación económica", dijo.

Son precisamente cuestiones económicas las que van a tensar más la relación entre las nuevas cámaras y la Casa Blanca. Los republicanos llegan a Washington con el mantra de reducir el gasto como prioridad, intentando cumplir la difícil promesa de recortar en 75.000 millones de euros los desembolsos de la nación sin tocar el gasto militar, seguridad nacional ni veteranos, lo que abre un panorama de recortes draconianos en educación, investigación o transporte.

Pero, además, los republicanos se muestran reacios a permitir que el Congreso eleve el techo de la deuda, un bloqueo que podría llevar al colapso de los pagos de Washington. Ayer mismo se anunciaba que la deuda de EEUU ha superado los 10,5 billones de euros, rozando el techo fijado en 10,7 billones que debe revisarse el 4 de marzo.

RESUCITAR DEBATES La Casa Blanca mira a la nueva sesión del Congreso con esperanzas de resucitar el debate de las leyes de energía y medioambiente y de inmigración, y Obama apela a una colaboración con los republicanos similar a la que, al final del 2010, permitió llegar a un acuerdo sobre impuestos y aprobar la derogación de la norma del no preguntes, no digas que vetaba a los homosexuales en el Ejército y la ratificación del tratado de desarme nuclear con Rusia.

Es una llamada teñida de utopía. Los republicanos afrontan los primeros meses con ganas de sacar rédito a su posición de fuerza debilitando a la Administración. Un solo republicano, Darrell Issa, ha anunciado seis investigaciones para los próximos tres meses que tratarán de las filtraciones de Wikileaks a la corrupción en Afganistán.