El anuncio del cierre de Guantánamo fue el primer gran titular que Barack Obama produjo tras sentarse en el Despacho Oval. Ahora, casi diez meses después de aquel anuncio, a dos de alcanzar la fecha anunciada de enero del 2010 e inmerso en una pesadilla de problemas legales y políticos debido a esa clausura, el presidente de EEUU ha admitido por primera vez públicamente que ese calendario no es realista y que se tardará más en cerrar la prisión militar en Cuba.

Antes de partir hacia Corea del Sur, donde cierra hoy su gira de una semana a Asia, Obama ofreció desde su hotel en Pekín entrevistas a cuatro cadenas de televisión estadounidenses, incluyendo la primera de todo su mandato a la conservadora Fox News, objeto de duras críticas por parte de su equipo. Y fue en esas entrevistas donde asumió que el cierre de Guantánamo "es técnicamente difícil". Con la lección aprendida, se negó a establecer un nuevo calendario y solo anticipó que se producirá en algún momento del "año que viene". "Sabía que iba a ser duro", confesó. Mientras el presidente insistía en que no haber podido cumplir su objetivo no era motivo de frustración, sus palabras daban confirmación oficial a lo que la realidad ya había dejado claro: los asesores legales que revisan los casos de los detenidos no han completado aún su análisis de las opciones para cada preso, mientras el Congreso y parte de la sociedad se han envuelto en un debate sobre la oportunidad de trasladar a algunos de los supuestos terroristas a suelo estadounidense.

El último ejemplo de esta discusión en EEUU se produjo el pasado viernes, cuando el fiscal general, Eric Holder, anunció que Jalid Sheij Mohamed y otros cuatro reos serán juzgados por un tribunal civil en Nueva York, decisión que tiene tantos detractores como defensores

EN EL AIRE No es el de Guantánamo el único calendario que Obama mantiene en el aire. El de su estrategia para Afganistán es el que se espera con más expectación. En otra de las entrevistas, Obama aseguró que está "muy cerca de una decisión" sobre si aumentar o no la presencia militar en el país y se comprometió a presentar "en las próximas semanas" su decisión. "Confío mucho en que cuando anuncie la decisión, los estadounidenses tendrán mucha claridad sobre qué estamos haciendo, cómo vamos a vencer y cuánto nos va a costar", dijo Obama. Pareció que marcaba algún plazo al declarar que su "preferencia" era no traspasar el conflicto al siguiente presidente.