En las formas, la primera visita de Estado de un presidente chino a Estados Unidos en 13 años, que inició el martes Hu Jintao, tiene todo el reconocimiento de Washington a la creciente influencia y poder de China en el escenario político y económico mundial. En el fondo, como quedó de manifiesto ayer en la rueda de prensa conjunta de Hu y su anfitrión, el presidente estadounidense, Barack Obama, ese reconocimiento no excluye la tensión entre ambas potencias.

Esa tensión la provocan cuestiones económicas y comerciales que han llevado a un endurecimiento del lenguaje de la Administración y del sentimiento hacia China en el Congreso. Pero incluso en esos terrenos parece más fácil de solventar que en otro donde hay fuertes diferencias: los derechos humanos.

Los abusos de China en ese terreno fueron el telón de fondo y por momentos los protagonistas de la segunda jornada de la visita del presidente chino, que arrancó con un acto de bienvenida en la Casa Blanca, seguida de una reunión con empresarios y una rueda de prensa antes de la cena de Estado.

Ya por la mañana, Obama lanzó un mensaje a Hu en sus palabras de bienvenida. "La historia demuestra que las sociedades son más armoniosas y más exitosas y el mundo es más justo cuando los derechos y las responsabilidades de todos los pueblos son respetados, incluidos los derechos universales de todos los seres humanos", dijo.

DIALOGO SOBRE EL TIBET Unas horas más tarde, Obama reconoció que las diferencias en materia de derechos humanos son "fuente ocasional de tensiones entre los dos gobiernos" y abogó en particular por "más diálogo" de Pekín sobre el Tíbet con representantes del dalái lama.

El propio Obama, en un gesto criticado y que algunos consideraron una concesión, evitó reunirse el año pasado en Washington con el líder espiritual tibetano antes de hacer un viaje a China. Desde entonces ha aumentado la presión para que el premio Nobel de la Paz del 2009 (al que le siguió en el galardón del 2010 el disidente chino Liu Xiaobo) aborde directamente los derechos humanos en su relación con China. Y ayer demostró que parece dispuesto a hacerlo.

Sus palabras posiblemente fueron inesperadas para la delegación china, que confiaba más en un diálogo en privado sobre la cuestión, y Hu se vio en el compromiso de tener que abordar el tema que siempre elude.

El líder chino se escudó en la falta de traducción simultánea para explicar por qué no había contestado la primera pregunta sobre derechos humanos. Cuando contestó aseguró que "China siempre está comprometida con la protección y promoción de los derechos humanos".

Hu volvió a esgrimir sus habituales argumentos de respeto mutuo y no injerencia, pero también admitió: "China todavía enfrenta muchos retos en desarrollo económico y social, y mucho debe hacerse aún en materia de derechos humanos".

Pese a los roces, Obama y Hu anunciaron un acuerdo para impulsar el diálogo sobre derechos humanos que lanzaron el año pasado y que por ahora solo ha producido una reunión. Ambos pusieron énfasis en la cooperación en otras materias como la economía, el desarme nuclear o el cambio climático.

Obama, que ha tratado de convertir la visita en una oportunidad de normalizar las tensas relaciones económicas por la manipulación de la moneda china, por violaciones de la propiedad intelectual y por políticas proteccionistas de Pekín y que intenta que los ciudadanos de EEUU vean la cooperación como una ayuda para crear empleo, anunció una serie de acuerdos económicos. Estos supondrán un aumento de exportaciones a China por valor de 33.000 millones de euros, ayudarán a apoyar 235.000 empleos en EEUU e incrementarán también en varios miles de millones de euros las inversiones chinas en el país.

"Ambos nos jugamos mucho en el éxito del otro. Las naciones, incluyendo las nuestras, serán más prósperas y más seguras si trabajamos juntos", había asegurado Obama por la mañana.