Quitar pasión al debate sobre la energía nuclear es complicado. El presidente de EEUU, Barack Obama, intentó ayer enmarcar en un plano económico y medioambiental su renovada apuesta por la energía quizá más conflictiva de la humanidad. "Si hoy no invertimos en esta tecnología, mañana estaremos importándola", dijo. No se traiciona a sí mismo. Ya durante su campaña, Obama incluyó la energía nuclear en la lista de alternativas a los contaminantes combustibles fósiles, junto a la eólica, la solar y otras controvertidas como el carbón limpio. En su discurso sobre el estado de la Unión y al presentar sus presupuestos para el próximo año fiscal, triplicó la partida destinada al sector, que roza los 40.000 millones de euros.

Ayer Obama anunció la primera inversión concreta: 5.860 millones de euros que avalarán créditos a Southern & Co, una de las mayores eléctricas del país, para construir dos reactores en Georgia. Será la primera construcción de una planta nuclear que se emprende en EEUU desde 1979, tras el accidente de Three Mile Island (Pensilvania). Aquel siniestro frenó 22 años de trabajo en un sector cuyo uso comercial arrancó en 1957 con la apertura de una planta en Shippingport, también en Pensilvania. Y aunque hoy hay 104 plantas operativas (un cuarto de todas las que funcionan en el mundo) y estas generan cerca del 20% de la electricidad que se consume en el país, EEUU, como recordaba ayer el secretario de Energía, Steven Chu, "ha pasado demasiado tiempo en los márgenes".

RETICENCIAS Uno de los problemas con los que ha topado hasta ahora el sector es la reticencia de la banca y de los inversores privados a respaldar proyectos arriesgados y caros, mal común en un país donde pocos se exponen a invertir en infraestructuras si no conllevan un gran rendimiento. Ahora Obama trata no solo de convencer a Wall Street, sino también a los ciudadanos de los efectos positivos de esta apuesta. En el caso de los dos reactores de Georgia, la Casa Blanca calcula que crearán 3.500 trabajos temporales y 800 permanentes y que enviarán a la atmósfera 16 millones de toneladas menos de emisiones de carbono que una planta de carbón.

Pero la seguridad de las plantas nucleares sigue siendo una causa de preocupación, como lo es la incertidumbre sobre los residuos nucleares. Y hay más: sobre Washington planea la sombra del influyente lobi del sector. Miembros destacados de la Administración de Obama han estado vinculados a Exelon, una de las principales empresas de energía nuclear, que inyectó algo más de 150.000 euros en la campaña del presidente.