Con una lucidez que brilló por su ausencia durante la campaña electoral, John McCain declaró que "cerrar Guantánamo es la parte fácil". Se refería el senador republicano a qué hacer con los presos de la base en la isla cubana, pero la frase también es un fiel reflejo de la situación en la que se encuentra Barack Obama cuando no hace ni una semana que asumió el cargo: usando su enorme capital político para sacar adelante con el máximo apoyo posible su paquete de recuperación económica de unos 640.000 millones de euros. Por eso, ayer Obama dio nuevos detalles de su propuesta y, en su primer discurso radiofónico de los sábados como presidente, afirmó que no se trata de "un programa a corto plazo para crear empleo". "Se trata --dijo-- de invertir en nuestras prioridades como energía y educación, sanidad y nuevas infraestructuras".

Los primeros pasos de Obama se han dividido en dos. Lo primero fue borrar parte del legado de George Bush (cerrar Guantánamo y las cárceles secretas de la CIA; prohibir la tortura; levantar el veto a las organizaciones que promueven el aborto en el extranjero) a través de órdenes ejecutivas. Como diría McCain, esa fue la parte fácil, ya que se trataba de cumplir promesas electorales que no precisan de una negociación con el Congreso. La segunda parte se antoja más complicada: sacar adelante el plan de recuperación económica.

MAYORIA El Partido Demócrata cuenta con mayoría en ambas cámaras, pero necesita el apoyo del Partido Republicano debido a la magnitud del plan y porque ha prometido gobernar de forma bipartidista. Pero en la reunión que el viernes mantuvieron en la Casa Blanca los líderes de ambos partidos en el Congreso quedó claro que los conservadores tienen muchas reticencias al plan. En un momento del encuentro, según el jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, Obama dijo a los republicanos que, al final, el plan saldrá adelante más o menos como él quiere porque él "ganó" las elecciones.

La frase fue dicha, según Emanuel y los propios republicanos, en un tono humorístico, pero tiene calado político: Obama está dispuesto a jugar fuerte. En su discurso de ayer, el presidente dijo entender "el escepticismo" de algunos respecto a su plan (a los republicanos les disgusta el tamaño del gasto público y quieren más recortes fiscales), pero insistió en que es necesario por la gravedad de la situación. En este esfuerzo de relaciones públicas, la Casa Blanca colgó en su web una nueva versión del plan, que incluye detalles del gasto y el compromiso de que el dinero se invertirá en 18 meses, una exigencia republicana.

Así, el plan de Obama prevé doblar la capacidad de generar energía renovable hasta abastecer a seis millones de hogares; otorgar préstamos de hasta 77.000 millones de euros a proyectos de energía limpia; construir o mejorar casi 5.000 kilómetros de tendido eléctrico; ayudar a 8,5 millones de estadounidenses a mantener su cobertura sanitaria; modernizar 10.000 escuelas; ayudar económicamente con diferentes fórmulas a 11 millones de universitarios; aumentar los programas de ayuda alimentaria para 30 millones de personas; y aumentar las pensiones a 7,5 millones de personas discapacitadas y ancianos.

TRANSPARENCIA Tanta concreción busca ganar apoyo popular y hacer más difícil que la oposición se resista. Obama también ha prometido que las inversiones serán transparentes y que podrán seguirse en una web. Una campaña política, pues, en toda regla. Su primera batalla.