Tras el reciente fracaso de las gestiones del enviado de EEUU, George Mitchell, ya nadie esperaba nada, pero la Casa Blanca se las ha ingeniado para dar un inesperado golpe de efecto. Su portavoz anunció ayer que el presidente Barack Obama mantendrá el martes, durante la Asamblea General de la ONU, un encuentro conjunto con los líderes israelí y palestino. Washington espera "sentar las bases para relanzar las negociaciones" de paz pero, a la vista del abismo persistente, se antoja una cita para hacerse la foto y salvar la cara.

Obama se reunirá primero, por separado, con sus interlocutores: el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abbás. Luego los tres se sentarán juntos por primera vez, aunque no se espera ningún anuncio relevante, apuntó ayer un funcionario de EEUU a la prensa israelí. "Estos encuentros continuarán con los esfuerzos ... dirigidos a sentar las bases para relanzar las negociaciones y crear un contexto positivo para que tengan éxito", dijo la Casa Blanca.

El problema es que palestinos e israelís no se ponen de acuerdo sobre el punto de partida. El Gobierno de Netanyahu se niega a frenar durante un año la construcción de asentamientos, incluidos los de Jerusalén, como quieren los palestinos. Y tampoco está dispuesto a reanudar las negociaciones donde las dejó en diciembre su predecesor, Ehud Olmert, poco antes del inicio de la guerra de Gaza.

CRITICAS DEL LIKUD Hace dos semanas, Netanyahu se explicó con franqueza en una reunión de su partido, después de que dirigentes del Likud le criticaran por su disposición a congelar nueve meses la mayoría de las colonias en Cisjordania. "Sabéis cuál es mi posición. Sabéis que la construcción continuará también durante la moratoria. Y si vemos que no llegan los gestos prometidos por los estados árabes, las obras se reanudarán".

Para Netanyahu la reunión tripartita de Nueva York es una victoria. La deseaba para suavizar la imagen externa de su Gobierno derechista. Abbás, en cambio, se ha visto obligado a aceptarla para no ofender a su anfitrión. Sus asesores intentaron ayer dejar claro que no modificarán sus condiciones para volver a la mesa de negociación. "Esta reunión no significa la reanudación del diálogo", dijo un portavoz.

El problema de Abbás es que carece de cartas bajo la manga para forzar las concesiones de Israel. Su predecesor, Yasir Arafat, podía jugar con la lucha armada, el terrorismo o su mano izquierda con Hamás, pero el moderado Abbás no tiene nada de eso. Ismail Haniya, líder de los islamistas en Gaza, aseguró que su partido no reconocerá acuerdo alguno de Abbás con Israel. El único asidero del presidente palestino es el interés de EEUU para retomar el proceso de paz.