En su agenda para ayer, la Casa Blanca avanzaba que el presidente, Barack Obama, comparecería para hacer un "anuncio personal". Lo era, porque el mandatario oficializaba "el anuncio con menos suspense de todos los tiempos" al confirmar la durante semanas rumoreada despedida de su jefe de gabinete, Rahm Emanuel. Y el adiós representa la pérdida de su más determinante e influyente asesor, la persona que más cerca y más tiempo ha estado a su lado en 20 meses en el Despacho Oval, el estratega controvertido, enérgico, eficiente (y malhablado), que deja un hueco personal y un interrogante político sobre la segunda mitad de mandato.

Para relevar a Emanuel, Obama ha escogido a otro cercano asesor, Pete Rouse, un veterano con cuatro décadas de experiencia en Washington que empezó a trabajar con el presidente cuando llegó a Capitol Hill como senador. Y ya ayer quedó claro que con la transición llega un cambio, al menos de estilo.

Rouse, hasta ahora alérgico a la atención mediática y siempre discreto, se mantuvo alejado del atril desde el que Obama y Emanuel coincidieron en definir el momento como "agridulce". En su presentación, no pronunció ni una palabra. Y el propio Obama bromeó diciendo que su nuevo jefe de gabinete "nunca ha visto una cámara o un micrófono que le gustara".

MAYORIA EN PELIGRO El cambio, sin embargo, es mucho más profundo. Además de Emanuel --pieza decisiva para entender los logros de la reforma sanitaria, la del sistema financiero y el paquete de estímulo y los términos y condiciones en que se produjeron--, Obama ha perdido también a su principal asesor económico, Larry Summers, que se irá en noviembre. Y si su partido pierde la mayoría en el Congreso en las elecciones del 2 de noviembre, se verá con su capacidad de legislar mermada.

Es una situación radicalmente diferente a la que vivió en su llegada a la Casa Blanca, cuando dejó cristalinamente manifiesta su intención de poner a funcionar toda la maquinaria política para lograr sus propósitos con la selección de Emanuel (que ayer no confirmó oficialmente su candidatura a la alcaldía de Chicago). Y es en esa situación donde será determinante ver si Obama, que ha puesto a Rouse en el cargo con carácter interino, decide mantenerlo.

El estilo político de Obama apunta a que Rouse seguirá. El presidente favorece la idea de que su círculo más cercano sea un equipo pequeño y compacto, donde la lealtad es uno de los principales valores y los viejos conocidos, una constante. Y Rouse diseñó el equipo de transición para que Obama recogiera el relevo de George Bush y quien ayudó al presidente a encarrilar el proceso para cerrar Guantánamo. Ayer, Obama destacó su "talento para resolver problemas" y le avisó de "abundantes problemas que solucionar". Rouse, tímidamente, sonrió.