Ayer tocó Afganistán. Una vez salvada in extremis la reforma sanitaria --su principal prioridad política desde que llegó a la Casa Blanca, hace 14 meses-- Barack Obama puede ahora volver a dirigir la atención hacia otros asuntos clave para su Administración. El viernes se supo que Washington y Moscú habían puesto fin a un año de negociaciones para reducir su arsenal nuclear, y ayer los focos se centraron en Afganistán, escenario donde EEUU libra la principal batalla contra el terrorismo y que ha desplazado a Irak en la lista de prioridades de la agenda exterior del presidente de EEUU.

El líder estadounidense aprovechó ayer una visita sorpresa a Kabul para apretar las tuercas al presidente afgano, Hamid Karzai, y de paso arengar a las tropas y ver a los mandos de la OTAN, con el general Stanley McChrystal a la cabeza. Era su primer viaje como presidente a un país que ya había visitado en el 2008, cuando era candidato, y la última vez que los dos mandatarios se habían visto había sido en mayo pasado, durante la visita de Karzai a la Casa Blanca.

EL IMPERIO DE LA LEY Fue una reunión de media hora en la que la idea principal que Obama trasladó a Karzai fue la necesidad de hacer más en la lucha contra la corrupción que marcó el primer mandato del líder afgano, un mensaje que ya había repetido otras veces, pero esta fue cara a cara. El presidente destacó los progresos en el aspecto militar, pero subrayó la importancia de hacerlos también en el campo civil, mencionando áreas concretas como "el buen gobierno, la lucha contra la corrupción y el imperio de la ley".

No hubo comparecencia pública, pero el consejero de Seguridad Nacional, el general James Jones, explicó a la prensa que, entre otras cosas, Obama pidió a Karzai que los altos cargos de su Gobierno sean elegidos "por méritos propios" y no por sus vínculos con el poder, y que no dé tregua a los narcotraficantes que apoyan económicamente a los insurgentes. El anfitrión, por su parte, agradeció el apoyo de EEUU en los últimos ocho años para restablecer las instituciones afganas.

En la agenda distribuida por la Casa Blanca, Obama iba a pasar el fin de semana en la residencia de Camp David junto a su familia, y no se dieron detalles del viaje hasta que el Air Force One aterrizó en Afganistán, en una visita mantenida en secreto por motivos de seguridad. De hecho, el presidente llegó al país al anochecer y regresó a Washington antes de que la mayoría de afganos se levantaran.

"NO ELEGIMOS ESTA GUERRA" Antes hizo un alto en la base de Bagram para arengar a las tropas y reiterar los aspectos esenciales de su posición sobre Afganistán. "Nosotros no elegimos esta guerra. Fuimos atacados el 11-S y no podemos permitir que los terroristas recuperen terreno", dijo Obama ante cerca de 2.000 soldados, y advirtió de que, si se pierde esta batalla, el mundo será "significativamente menos seguro", por lo que no descansará un minuto hasta "desmantelar, derrotar y destrozar" a Al Qaeda.

"Ahora me dejan usar el Air Force One y pensé en venir a saludaros". Con estas palabras, el comandante en jefe abrió un discurso en el que agradeció los "sacrificios" que están haciendo los soldados, que calificó de "absolutamente necesarios".

Reiteró que ordenaría "de inmediato" su vuelta a casa si la seguridad de Estados Unidos no estuviera en peligro, y les prometió que su Administración seguirá trabajando para mejorar su vida y la de sus familias. En diciembre pasado Obama ordenó reforzar el contingente militar estadounidense en Afganistán con el envío de otros 30.000 soldados, elevando el número de militares desplegados hasta casi 100.000 y, de paso, marcó julio del 2011 en el calendario para la retirada.