La nueva estrategia de EEUU para Afganistán no está acabada pero, mientras el debate sobre el incremento de tropas se mantiene, el presidente, Barack Obama, y el Pentágono, han reforzado ya la presencia militar en 13.000 efectivos que se suman a los 21.000 anunciados en marzo.

Tanto la Casa Blanca como el Pentágono se han escudado en cuestiones semánticas y técnicas para restar importancia al despliegue, del que ayer dio noticia The Washington Post. Argumentan que no se trata de tropas de combate sino "de refuerzo" y defienden que no cambiará la cifra total de 68.000 efectivos estadounidenses desplegados.

El movimiento, en cualquier caso, no había sido anunciado y eleva la cifra de nuevos efectivos hasta los 34.000. Ese número supera el refuerzo en Irak realizado por George Bush, que sumó 20.000 tropas a las ya desplegadas (además de otros 8.000 de esta misma categoría de "apoyo" que tampoco se contabilizaron).

Entre los 13.000 refuerzos hay, además de ingenieros y personal médico, expertos en espionaje, policía militar y unos 3.000 expertos en explosivos. Este tipo de personal es, a menudo, el que se queda en el país más tiempo.

La revelación es el penúltimo capítulo abierto en el complejo debate sobre la estrategia para Afganistán y Pakistán, una discusión que ayer mantuvieron Obama, su secretario de Defensa, Robert Gates, y el vicepresidente, Joe Biden. El número 2 personifica la línea de oposición en la Administración al despliegue de más fuerzas, o al menos de escepticismo, ante la propuesta del general McChrystal de enviar de 40.000 a 60.000 soldados más. Biden apuesta por centrarse en perseguir objetivos de Al Qaeda en Pakistán y en la frontera afgano-paquistaní, lo que no implicaría efectivos añadidos.