Sonriente, acompañado por un vicepresidente cuyo rostro demostraba lo largo e intenso de la histórica jornada, Barack Obama compareció poco antes de la medianoche ante los medios en la Casa Blanca para celebrar una victoria "no para ningún partido político sino para el pueblo estadounidense y para el sentido común": la aprobación en el Congreso de una ley de reforma sanitaria que acerca a Estados Unidos a la cobertura médica universal haciendo los seguros obligatorios.

"El cambio era esto", proclamó, recuperando uno de sus eslóganes de campaña y respondiendo indirectamente a los críticos que le han acusado en sus 13 primeros meses de mandato de no cumplir sus promesas. "Cuando los comentaristas dijeron que ya no sería posible, nos alzamos por encima del peso de nuestras políticas –dijo–. Hemos demostrado que este Gobierno, del y por el pueblo, todavía trabaja para el pueblo".

La firma de la ley

No hizo mención Obama de si pondrá su firma en la ley del Senado (que ayer la Cámara Baja envió a su mesa tras aprobarla con 219 votos a favor y 212 en contra) o si esperará a que esta sea enmendada por el propio Senado. Ese proceso de cambios, al que la Casa de Representantes también dio su visto bueno ayer (en una votación separada con 220 votos a favor y 211 en contra) empezará a debatirse mañana, y aunque los demócratas dicen contar con los 51 votos necesarios para sacarlo adelante, la oposición republicana (y el uso de estrategias de trámite) puede complicar el proceso.

El calendario no parece ser la prioridad de Obama ahora. Ayer mismo entró inmediatamente en la nueva fase que se le abre ahora: la de defender los cambios ante una ciudadanía dividida (como muestran las encuestas) y ante lo que se aventura como una intensa campaña de ataques y desinformación por parte de la oposición, un arma de ataque tanto a su presidencia como de cara a las elecciones legislativas de noviembre.

Logro histórico

De momento el histórico logro de ayer le ha permitido cumplir la que ha sido su prioridad en su agenda, dándole ahora espacio para ocuparse de otros imperativos y temas que ha dejado en segundo plano: la reforma del sistema financiero, la recuperación económica y del mercado laboral, la reforma de la inmigración y, también, la política exterior.