Seguro que ni en sus peores pesadillas podía imaginarse Barack Obama que llegaría al primer aniversario de su entrada triunfal en la Casa Blanca con la mayor derrota política de toda su vida. 12 meses es el tiempo que ha pasado entre aquel día para la historia y la victoria de un republicano en Massachusetts que ha dejado a los demócratas sin la mayoría que llevaban disfrutando un año.

La Casa Blanca se levantó ayer consciente de que el Partido Demócrata se ha quedado sin la cifra mágica de 60 votos que tenía en el Senado, necesarios para evitar cualquier intento de la oposición de frenar sus proyectos en el Capitolio. Si hasta ahora era complicado sacar adelante su ambiciosa agenda política, ahora el panorama es más desalentador para Obama.

Por eso, "frustrado" y "sorprendido" fueron las dos palabras usadas ayer por su portavoz para hablar de cómo se sentía el presidente, que al cierre de esta edición no había comentado aún lo ocurrido. "No esperaba perder esta batalla", admitió Robert Gibbs, quien reconocía que el "terremoto político" de Massachusetts se debe en buena medida al cabreo que hay en muchas partes del país por la crisis.

Había quien ayer lanzaba sus dardos asegurando que el presidente puso demasiada carne en el asador en defensa de la reforma sanitaria cuando la situación económica hacía más urgente atajar la fuerte destrucción de empleo. Obama no se metió a reformar el sistema de salud por gusto, respondía su portavoz. Lo hizo porque es una de las deudas pendientes desde hace décadas. Hablar de reforma sanitaria también es hablar de economía.

En sus comparecencias, los líderes demócratas parecían ayer destrozados. La prioridad ahora es buscar una salida urgente y lo más airosa posible para la reforma sanitaria. Cuando hace unas semanas el Senado aprobó su propia versión, muchos hablaron de la mayor victoria política de Obama. Faltaba aún por armonizar su texto con el de la Cámara de Representantes, diferente en muchos aspectos. Con el cambio que ha supuesto la elección de Massachusetts habrá que ver en qué queda.

Los republicanos se frotaban las manos con la victoria de Scott Brown. Hace dos meses recuperaron Virginia y Nueva Jersey. Ahora han salido reforzados y con más convicción que nunca ante la gran cita de noviembre, cuando se celebrarán las legislativas de mitad de mandato.