Los análisis sobre qué falló y permitió a un joven nigeriano intentar atentar contra un avión estadounidense el día de Navidad están completos y, con ellos en la mano, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer los primeros cambios en sus sistemas de inteligencia y seguridad. Son cambios que, como él mismo se encargó de reconocer, no ayudarán a encontrar una "solución perfecta" que, dijo, no existe. Con ellos, no obstante, el presidente intentará situar a EEUU "un paso por delante en la interminable carrera" contra los terroristas.

Forzado por primera vez tras casi un año en la Casa Blanca a hacer de la lucha antiterrorista y la seguridad nacional asunto prioritario de su agenda pública, Obama intentó ayer dotar de carga política el anuncio de la revisión de los sistemas de protección del país. Lo hizo, por una parte, frenando en seco las especulaciones y peticiones de dimisiones por el atentado frustrado y asegurando, tajantemente: "la responsabilidad última es mía". Y lo logró también reiterando que Washington está "en guerra contra Al Qaeda", pero haciendo hincapié en que, en esa guerra, no sacrificará "la sociedad abierta, la libertad y los valores" de Estados Unidos.

"PASOS CORRECTIVOS" Minutos antes de que su principal asesor antiterrorista, John Brennan, y la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, explicaran los descubrimientos y propuestas de sus análisis, Obama adelantó algunos de los "pasos correctivos" que se aplicarán en cuatro áreas.

Dentro de la comunidad de inteligencia, habrá asignaciones específicas para seguir las pistas sobre supuestos terroristas y potenciales tramas que se consigan, una especificidad que permitirá también exigir responsabilidades en caso de fallos. Además, se promoverán cambios para asegurar que los informes de inteligencia con esas pistas se distribuyen "más rápido y más ampliamente" y se promoverán mejoras en los sistemas de análisis de la información.

LOS CRITERIOS El cuarto cambio, que empezará a ser palpable más inmediatamente, es una ampliación de los criterios por los que un nombre es incluido en la lista de viajeros sospechosos a los que se prohíbe subirse a cualquier avión que vuela dentro de Estados Unidos o con destino a este país.

Omar Farouk Abdulmutalab, que intentó explotar la bomba en el vuelo 253, no estaba en esa lista, sino en una base de datos más amplia que no le impidió embarcar hacia Detroit en el aeropuerto de Amsterdam. Lo máximo a lo llegaron las autoridades estadounidenses, según reveló ayer el diario Los Angeles Times, fue a identificar su presencia en el vuelo y prepararse para realizarle un interrogatorio a su llegada a Detroit.

Consciente de que ni siquiera la más completa información de espionaje puede identificar a todos los potenciales terroristas, el jefe de la Casa Blanca prometió también una fuerte inversión económica para mejorar los sistemas tecnológicos de control en los aeropuertos.