Barack Obama se despidió anoche de los estadounidenses con un discurso cargado de optimismo en el que pidió a la ciudadanía que se involucre en los asuntos del país para defender la democracia ante las amenazas internas y externas que la acechan. El primer presidente negro de Estados Unidos echó la vista atrás a su legado, pero la última alocución de sus ocho años de mandato fue sobre todo un diagnóstico de la situación actual y los retos que se avecinan. "La democracia puede romperse cuando cedemos ante el miedo", dijo ante los miles de personas que le ovacionaron en un centro de convenciones de Chicago. Obama hizo un llamamiento a la unidad y agradeció a todos aquellos que fueron partícipes de su sueño. "Sí se puede, sí pudimos", acabó diciendo en un guiño al eslogan de su primera campaña.

En solo nueve días, el político que hipnotizó a medio mundo hace nueve años, será historia. Donald Trump se instalará en la Casa Blanca con un mensaje, un tono y unos planes políticos en las antípodas de los suyos. Al magnate solo lo mencionó una vez para reiterar que hará lo posible para garantizar una transición fácil y eficiente. Pero su discurso puede leerse como un aldabonazo ante los tiempos convulsos que vive su país y en gran medida el planeta. El mundo nacido de la posguerra amenaza con desmoronarse. Y el potencial de EEUU, anclado en su "diversidad y tolerancia", solo podrá manifestarse si la democracia funciona. "Solo podrá hacerlo si nuestros políticos reflejan la decencia de nuestra gente. Solo si todos nosotros, al margen de nuestra afiliación partidista o nuestros intereses particulares, ayudamos a restaurar el propósito común que tanto necesitamos en estos momentos".

"CUATRO AÑOS MÁS"

El público le pidió que se quedara otros cuatro años más. "Eso no va a poder ser", dijo ladeando los labios en una breve sonrisa. El siempre reflexivo Obama lamentó el cinismo imperante y la desconexión de una América partida en mil pedazos atrincherados en sus burbujas ideológicas para decir que el contrato social está en peligro cuando la solidaridad desaparece. "Los inicios de este siglo han sido uno de esos momentos. Un mundo empequeñecido, creciente desigualdad, cambio demográfico y el espectro de terrorismo. Esas fuerzas no solo han puesto a prueba nuestra seguridad y prosperidad, sino también nuestra democracia".

EL LEGADO

Después de ocho años de victorias y fracasos, de una presidencia que seguramente no ha sido lo transformadora que se esperaba, a pesar de que EEUU ha recuperado parte del respeto dilapidado gracias la decencia y los estándares éticos con los que Obama se ha desenvuelto en un mundo de mediocres y matones, el todavía presidente reconoció que el progreso realizado "ha sido desigual". "Por cada dos pasos adelante, a menudo parece que damos otro hacia atrás". Citó los acuerdos diplomáticos con Cuba e Irán como hitos de su legado, así como la muerte de Osama bin Laden, la creación de empleo, la salida de la crisis o una reforma sanitaria que ha asegurado a 20 millones de personas. "Casi bajo cualquier criterio, América es un lugar mejor y más fuerte del que era cuando comenzamos". Ese mensaje ha calado, sin embargo, con muchas dificultades, como demuestra la elección de Trump.

La suya ha sido una América inclusiva, una época de avances y respeto para las minorías, los gais o los inmigrantes, aunque a veces la retórica no haya estado a la altura de la realidad, como indica el récord en la deportación de indocumentados o una tensión racial que ha vuelto a explotar bajo su mandato. "Después de mi elección, se habló de la América posracial. Esa visión, por bienintencionada que fuera, nunca fue realista. La raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisiva en nuestra sociedad", reconoció. Pero dijo que la solución solo pasa por respetar las leyes contra la discriminación, ensanchar las oportunidades de todos y trabajar para enterrar prejuicios tan viejos como la historia del país. "Si no creamos oportunidades para todos, la desafección y la división que ha frenado nuestro progreso solo se acentuará en los años venideros".

PALABRAS PARA SU FAMILIA Y PARA JOE BIDEN

La última parte de su discurso fue la más emotiva. Obama no puso evitar las lágrimas al reconocer el apoyo de su mujer, Michelle Obama, --su "mejor amiga", y sus hijas, Malia y Sasha, al agradecer el trabajo de su entorno y rendirse al mejor amigo que ha hecho estos años, su vicepresidente Joe Biden, "mi hermano", un hombre con un corazón demasiado grande para ser un buen político.

"De todo lo que he hecho en mi vida, nada me hace más orgulloso que ser vuestro padre", dijo mirando a su hija Sasha porque Malia no estaba.

En las primeras filas rodaron las lágrimas. Obama pidió a los jóvenes que nunca dejen de creer en su poder para cambiar la sociedad y dio a entender que él solo ha sido un instrumento para canalizar esas ansias. "Os pido que creáis. No en mi capacidad para traer el cambio, sino en la vuestra". La era Obama se acaba, y con ella desaparece la elegancia de un tipo tan 'cool' como un disco de Miles Davis, un hombre que no se ha ganado la santidad que esperaban sus aduladores ni la hoguera que proponen sus detractores. Y esa presidencia se acaba como empezó, con una fe casi mística en el arte de lo posible, por más que no sea más que un eslogan. "Yes We Can. Yes We Did. Yes We Can" (sí podemos, sí pudimos, sí podemos), dijo a modo de despedida.