Mientras demócratas y republicanos apuraban ayer las últimas horas para hacer campaña antes de que los electores acudan hoy a las urnas para renovar el Congreso y emitir diversos votos estatales, el presidente de EEUU, Barack Obama, se retiraba de la luz pública. Su suerte, venía a asumir con esa reclusión en reuniones en la Casa Blanca, está echada.

Obama había dedicado los últimos días a tratar de vigorizar a las bases demócratas e impulsar una movilización como la que hace dos años le llevó hasta la presidencia, una de las esperanzas de que los resultados de hoy para su partido no sean tan demoledores como auguran la mayoría de encuestas, que ponen en manos republicanas el control de la Cámara baja y, quizá, el Senado. Pero este 2 de noviembre del 2010 no se parece en nada al 4 de noviembre del 2008.

Que las cosas han cambiado quedó claro el domingo, cuando ni la presencia de Obama logró un lleno en un acto electoral demócrata en Cleveland (Ohio). Los sondeos demuestran que su partido ha perdido apoyo entre votantes clave como los independientes y las mujeres. Pero solo una mirada más profunda la ayuda a entender estos comicios.

DIRECCION ERRONEA Entre siete y ocho de cada diez estadounidenses, según distintos sondeos, piensan que el país va en mala dirección. Se ha extendido una sensación de descontento. La pésima situación económica (con una recuperación que no llega, el paro en el 9,6%, la crisis de las hipotecas aún en plena ebullición y el amenazante déficit rampante y sin solución a la vista) alimenta la frustración.

Recorre EEUU también un espíritu de rebelión contra el establishment de Washington. Y todos esos elementos explican la entrada en escena con vigor inusitado de un movimiento ultraconservador como el Tea Party.

Hoy, la esperanza para los demócratas es que las pérdidas no sean tan acentuadas como se vaticinan. Todo parece indicar que la Cámara baja es insalvable y que los republicanos conseguirán los 39 representantes que les hacen falta para situarse en la mayoría. En el Senado, sin embargo, la disputa por cinco escaños no da a los conservadores garantía de que vayan a conseguir los 10 senadores que necesitan para ser mayoría.

En la lucha se ha gastado como nunca (más de 2.150 millones de euros) y con inusitada oscuridad, después de que el Tribunal Supremo diera su bendición a la idea de que no todas las donaciones tienen que ser identificadas.

Y el flujo de fondos en carreras locales desde otros estados ha alcanzado su máxima expresión en Nevada, donde la candidata del Tea Party, Sharron Angle, apoyada por millones donados desde todo el país, sopla en la nuca y a veces hasta aventaja a Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado.

MIRANDO AL 2012 De lo que pase hoy depende, en primer lugar, la segunda mitad de mandato de Barack Obama, que en función de si cuenta con la mayoría en una, las dos cámaras o ninguna deberá tomar decisiones sobre estrategia legislativa y que puede ver también retados algunos de los logros que ya ha conseguido.

Pero depende también el futuro del Partido Republicano, que deberá interpretar el mensaje que le envíen los votantes tradicionales de su base que esta vez opten por candidatos ultras del Tea Party. Los conservadores, además, ya han anunciado que su principal empeño si conquistan las cámaras será luchar contra la reelección de Obama, pero son conscientes de que una actitud de bloqueo constante puede pasarles también factura en el 2012.

Esas elecciones del 2012 tienen algo más en juego hoy. En estos comicios de mitad de mandato se eligen 37 gobernadores y se renuevan 46 cámaras estatales y el partido que tiene mayoría en estos legislativos regionales y las gobernadurías va a tener en sus manos el rediseño de los fundamentales mapas de distritos electorales, que se renueva cada 10 años y ahora entra en esa fase con la renovación del censo.