Afganistán "no está perdido, pero durante varios años la situación se ha deteriorado" y "el estatus quo no es sostenible". Esa es la realidad en la que el presidente de EEUU, Barack Obama, ha enmarcado esta madrugada (hora española) la presentación de su nueva estrategia para la guerra en el país. Ese plan incluye el envío de otros 30.000 soldados en los próximos seis meses (que elevará hasta 100.000 los efectivos estadounidenses desplegados) pero, también, una fecha para el principio del fin de su intervención militar: julio del 2011.

Fueron esos dos datos y la factura estimada de 30.000 millones de dólares algunos de los contados detalles concretos que Obama ofreció en su intervención ante los cadetes de West Point, retransmitida en directo a toda la nación. Abrió el discurso recordando el origen de la guerra que ha heredado (la persecución de Al Qaeda tras los atentados del 11-S) y lo cerró proclamando: "Nuestra causa es justa y nuestra determinación inquebrantable".

En medio, dio grandes brochazos de su brillante oratoria, renovó el compromiso con la diplomacia y trató de desarticular críticas, como las que comparan la guerra de Afganistán con la de Vietnam. Usó también, sin embargo, una inusitada vaguedad al referirse a aspectos claves del conflicto en la zona, como la presencia de terroristas en Pakistán y la misión allí, que hasta ahora han librado la CIA en operaciones secretas que están minando aún más la imagen de EEUU entre los pakistanís.

"PREVENIR LA EXTENSIÓN DEL CÁNCER"

"Estamos en Afganistán para prevenir que un cáncer vuelva a extenderse por el país, pero el mismo cáncer ha arraigado en la región fronteriza de Pakistán, por eso necesitamos una estrategia que funcione a ambos lados de la frontera", dijo.

Si bien Obama no detalló cómo plantea lograr sus objetivos, sí delineó la idea básica aparte de la persecución de Al Qaeda: frenar el avance de los talibanes y asegurar que la retirada es posible reforzando a las fuerzas de seguridad afganas y logrando que el gobierno afgano (notablemente corrupto) supere muchos de sus puntos débiles y mantenga el control del país. Tampoco faltó vaguedad en este terreno. "Trabajaremos con nuestros aliados, Naciones Unidas y el pueblo afgano para lograr una estrategia civil más efectiva", aseguró.

Aunque obvió a otros importantes actores regionales, desde India hasta Irán, Obama recordó que "esta no es solo la guerra de América" y subrayó riesgos como que el armamento nuclear de Pakistán cayera en manos de terroristas.

Las críticas empezaron a llegar inmediatamente, tanto desde la oposición republicana que rechaza que se marque una fecha de salida como de algunos demócratas que no aprueban el refuerzo de tropas. Y a Obama le queda también el examen de los ciudadanos, cada vez menos convencidos de la guerra, más aún en tiempos de crisis económica. A ellos indudablemente se dirigía el presidente cuando dijo: "El compromiso de nuestras tropas en Afganistán no puede ser ilimitado porque la nación que estoy más interesado en reconstruir es la nuestra".