Pocas veces es tan sencillo en un proceso electoral poner fecha, nombre y apellidos a un punto de inflexión. El 15 de septiembre el banco Lehman Brothers se declaró en bancarrota, y ya nada fue igual en el pulso electoral entre el demócrata Obama y el republicano McCain.

Once días después, ambos estaban citados en Misisipí para su primer debate, que debía versar sobre política exterior, pero gran parte del tiempo se dedicó a la crisis. La guerra de Irak, el tema que cuando empezó este largo proceso electoral a principios del 2007 estaba llamado a ser uno de los grandes asuntos, se convirtió en un tema secundario, eclipsado por la crisis.

Antes de la quiebra de Lehman Brothers, las encuestas advertían de que los electores consideraban que la economía era el tema principal de las elecciones. Pero tras el desplome de la bolsa, nadie diría escuchando a los candidatos que EEUU es un país que está en guerra en otros dos países. Es más, Afganistán, Irán e incluso qué hacer con Pakistán han recibido más atención, y creado más controversia, que la propia situación en Irak.

SIN PROFUNDIZAR En el gran anuncio de media hora que emitió recientemente Obama en horario de máxima audiencia en las principales televisiones del país, el demócrata solo se refirió a Irak de pasada, y con el argumento de que el dinero gastado allí podría haberse invertido mejor en casa. McCain y Sarah Palin apenas acusan ya al demócrata de querer "rendirse", y en política exterior prefieren cargar contra Obama por su predisposición a utilizar la diplomacia para frenar el programa nuclear iraní.

No ha habido, pues, un debate en profundidad sobre Irak en la campaña. Por supuesto, se sabe que Obama quiere retirarse del país árabe y que McCain considera que eso sería una "derrota". Pero el descenso de la violencia --al menos de la violencia contra soldados estadounidenses-- ha hecho que Irak ya no preocupe tanto, y más allá de estas posturas de principios, los candidatos no han explicado ni se han criticado mutuamente por las consecuencias a medio y largo plazo que tendrían sus políticas. Qué sucederá si EEUU sale de Irak o si se queda no ha sido motivo de una discusión merecedora de ese nombre. Lo cual llama la atención si se tiene en cuenta que los propios asesores de los candidatos y los analistas coinciden en que decidir qué hacer en Irak (y también con el resurgir talibán en Afganistán) será uno de los primeros y más acuciantes desafíos a los que se enfrentará el próximo presidente.

El principal responsable de que Irak haya desaparecido del debate electoral ha sido Barack Obama, que fue rápido al darse cuenta de que la crisis era un argumento mucho más útil para su mensaje de cambio.

A medida que las imágenes de soldados atacados desaparecieron de las televisiones, McCain fue sacando pecho con Irak, ya que se atribuyó como una idea propia el cambio de estrategia impulsado por el general David Petraeus, que ha contribuido a reducir los niveles de violencia.

LA EXPERIENCIA De forma más amplia, el debate sobre política exterior ha sido secundario, y se ha limitado básicamente a la dicotomía entre un candidato muy experimentado en este tema (McCain) y uno que se supone que está más verde. Pero aun así ambos han dejado algunas pistas sobre su política exterior. Que McCain, por ejemplo, considera a Rusia una amenaza. Que Obama no es una paloma, sino que quiere reforzar el Ejército y restaurar el papel de EEUU como única superpotencia sin discusión. Que McCain tiende a seguir el unilateralismo de Bush, y que Obama apuesta por el multilateralismo. Pero poco más.