Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia estrenaron ayer un nuevo capítulo. El primer encuentro entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, celebrado en Londres, desembocó en la reapertura del diálogo sobre desarme nuclear, por primera vez en 10 años. Los resultados de las conversaciones, que podrían suponer un recorte significativo del armamento nuclear de ambas potencias, se conocerán en julio.

Durante ese mes, Obama visitará Moscú, tras aceptar la invitación de Medvédev. La era de tensiones, protagonizada por sus predecesores, Vladimir Putin y George Bush, parece haber quedado atrás. El nuevo jefe de la Casa Blanca considera que tanto Estados Unidos como Rusia estarán en una posición más favorable para reforzar el tratado de no proliferación de armas nucleares si dan ejemplo, reduciendo sus propios arsenales.

"Estamos haciendo grandes progresos", indicó Obama al término de la reunión celebrada en la residencia del embajador norteamericano en la capital británica, la víspera del G-20. Las autoridades rusas consideran que el pacto de ayer sienta las bases de nuevos progresos en otras áreas de la relación bilateral. "Después de esta reunión, veo el futuro de nuestras relaciones con optimismo", declaró Medvédev. Del comunicado suscrito por ambos mandatarios se desprende que el objetivo es alcanzar un acuerdo sobre la limitación de arsenales nucleares antes de que expire, el próximo 5 de diciembre, el actual Tratado para la Reducción y Limitación de Armas Ofensivas Estratégicas (START I), concluido en 1991 entre George Bush padre y Mijail Gorbachov. Ese pacto "ha cumplido su propósito y los niveles máximos de armamento estipulados se alcanzaron hace largo tiempo", señalaba el comunicado. El nuevo pacto buscará "mejorar la seguridad de ambas partes y la predictibilidad y la estabilidad de las fuerzas estratégicas ofensivas" de los dos países, indica la nota, que subraya que los negociadores tendrán que informar de sus progresos en julio.

EL ESCUDO ANTIMISILES Rusia y Estados Unidos mantienen, sin embargo, sus diferencias sobre el escudo antimisiles, que los estadounidenses quieren instalar en Polonia y la República Checa, y al que los rusos se oponen. Esta iniciativa ha provocado tensión entre Washington y Moscú, que siente amenazadas sus fronteras y observa con alarma la expansión de la Alianza Atlántica en lo que era su área de influencia.

Las disensiones también están relacionadas con la ampliación de la OTAN y la guerra del Cáucaso entre Rusia y Georgia. "Aunque reconociendo que las divergencias subsisten sobre el despliegue de un sistema de defensa antimisiles, hemos discutido nuevas posibilidades de cooperación internacional mutua en el terreno de la defensa antimisil", señalaron ayer los presidentes.

PRESION SOBRE IRAN La lucha contra la proliferación nuclear es, de acuerdo con Obama, "una buena manera" de reanudar la cooperación. "La era en la que nuestros dos países se veían como enemigos hace tiempo que ha quedado atrás", afirmó el dirigente de Washington. Los dos mandatarios se han comprometido a aumentar la presión sobre Irán para que coopere con los observadores de las Naciones Unidas y demuestre el carácter "pacífico" de su programa nuclear. También abogaron por trabajar juntos en Afganistán.