Ha pasado un año, pero en la Casa Blanca no están para celebraciones. Y eso que hoy se cumple el primer aniversario de la histórica victoria de Barack Obama en las urnas, un día para el recuerdo en el que un joven senador nacido en Hawái y adoptado por Chicago acabó encumbrado a lo más alto al convertirse en el primer presidente negro en la historia de EEUU, con un mensaje de esperanza y promesas de cambio como banderas y un ingente capital político en su país y en el exterior.

Obama no prevé para hoy ninguna celebración especial, al menos en público, y seguramente pasará gran parte del día analizando los resultados de su primera gran prueba de fuego, las elecciones estatales de ayer en Virginia y Nueva Jersey, la última cita electoral antes de las legislativas del próximo año.

Hoy, un año después, se enfrenta a la realidad de gobernar con los peores índices de popularidad desde que llegó a la Casa Blanca. Entonces tenía el respaldo del 80% de los ciudadanos, ahora solo un 50% de la población le apoya. Más allá de los sondeos, el mejor termómetro será conocer los resultados de las elecciones en Nueva Jersey.