Cuando Barack Obama ganó las elecciones, una ola de simpatía se desató tanto en Europa como en todo el mundo. Más de dos meses después de tomar posesión, Obama viaja a Europa siendo aún popular, pero ahora este viaje no es tan sencillo. Desde la agenda del G-20 hasta la política a seguir en Afganistán, hay muchos desacuerdos entre Washington y sus aliados.

Desde el punto de vista de Obama, el viaje es una cita clave para seguir el proceso de "restablecer la posición de EEUU en el mundo" que Obama persigue, tras el daño que supusieron algunas de las políticas de Bush, pero también para ejemplificar su nuevo enfoque más multilateral. La Casa Blanca es consciente del ambiente ambivalente que va a encontrar Obama. Por un lado, es obvia su popularidad (de ahí los actos públicos, con preguntas de estudiantes incluidas, que hará el presidente en su viaje) y muchos los dirigentes que buscan su liderazgo, sobre todo en lo que se refiere a la crisis económica.

Por otro, es también obvio que el papel de EEUU ya no es el de superpotencia única, y que ya sea en el ámbito del G-20 (países como China y, en general, los emergentes), el de la OTAN (con las discrepancias respecto a la estrategia en Afganistán) o el de la geoestrategia (cómo lidiar con Rusia), sus posturas ya no son ley y, en algunos casos, son abiertamente cuestionadas.

Cara a la cumbre del G-20, Washington ya ha tenido que retirar su idea de que los países destinen el 2% de su PIB a programas de estímulo de la economía, y las ideas de reforma que tienen algunos países dañan los intereses de EEUU en instituciones como el FMI. En Londres, Obama se verá con los presidentes chino, Hu Jintao, y ruso, Dmitri Medvédev. Con este último pondrá las bases de un acuerdo contra la proliferación armamentística, tema estrella de la cumbre de Praga entre la UE y EEUU.

Antes, Obama tiene otra explicación que dar: por qué los socios de la OTAN deben aumentar su implicación en Afganistán ahora que la crisis y una oposición creciente en la opinión púbica hace que esta guerra sea cada vez más impopular.

Para el final del viaje, una parada importante: Turquía. Como gran país musulmán, Turquía es ideal como ejemplo de esa mano tendida al mundo musulmán prometida por Obama.