Mi esperanza es poder cooperar con los republicanos". Quedaban aún varias horas para que las urnas cerraran en las elecciones legislativas que Estados Unidos celebró ayer cuando el presidente demócrata, Barack Obama, pronunciaba estas palabras. Incluso sin dar por perdidas las opciones de los demócratas de frenar una debacle, Obama estaba ya empezando a plantear su posición en el futuro político que le espera, con una de las Cámaras del Congreso, quizá las dos, en manos de los conservadores.

Al cierre de esta edición, en una jornada en que los primeros datos apuntaban a una participación de más del 40% tradicional en elecciones de mediados de mandato, solo habían cerrado los colegios electorales de varios estados del este, pero entre los primeros recuentos y los sondeos a pie de urna empezaba a cobrar forma la victoria republicana. Y solo queda por ver si ese triunfo se convierte en el "terremoto" político que ha augurado Sarah Palin, madrina del Tea Party, formación que se apuntaba su primera victoria en Kentucky con Rand Paul. Lo mismo en Carolina del Sur, con el triunfo del veterano Jim DeMint, uno de los primeros republicanos que entendió la necesidad de apoyar a los ultraconservadores.

SEÑALES PREOCUPANTES Las preguntas en los colegios electorales tomaban también el pulso a los electores y sus respuestas enviaban señales preocupantes a los demócratas, que han perdido apoyo entre mujeres, trabajadores de ingresos medios, blancos, mayores de 65 años y votantes independientes. Más del 80% de los ciudadanos están preocupados por la economía y, aunque solo uno de cada cuatro culpa a Obama de la mala situación, el 50% cree que sus políticas empeorarán las cosas.

Obama ha organizado para hoy su primera comparecencia ante la prensa tras los comicios y solo en sus palabras podrá verse la dirección que decide tomar. Sin mayoría demócrata en una de las Cámaras (o en ambas) verá reducida su capacidad para impulsar reformas pendientes, como la de inmigración y energía y protección del medioambiente. Pero Obama afronta, sobre todo, el desafío de persistir en la reactivación económica.

Para entender las opciones estratégicas que tiene ahora el presidente conviene mirar a dos de sus predecesores demócratas. Obama podría, como hizo Harry Truman, optar por la confrontación directa con los republicanos o podría buscar la cooperación, aunque fuera reduciendo la ambición de las propuestas, como hizo Bill Clinton en 1994. Ambos fueron reelegidos para un segundo mandato.

En juego están los dos próximos años de políticas y avances o retrocesos legislativos (candidatos republicanos han hecho campaña prometiendo anular reformas como la sanitaria o la del sistema financiero). Pero está en juego también la cita electoral del 2012, que se pone ya en el primer plano político.

RECHAZO AL ´ESTABLISHMENT´ Tanto John Boehner como Mitch McConnell, hasta ahora líderes de la minoría republicana en las dos Cámaras, han anunciado que se centrarán en evitar la reelección de Obama. Pero deben tener cuidado. Los electores no solo han enviado un mensaje de reprobación a Obama, sino también al establishment de su partido, al dar apoyo a candidatos extremistas del Tea Party.