De los 110 jueces que han pasado por el Tribunal Supremo de EEUU, 107 han sido blancos y solo dos mujeres. Pero ayer, en la East Room de la Casa Blanca, se vio el nuevo rostro de Norteamérica. Barack Obama, el 44º presidente estadounidense, el primero negro, compareció junto a su vicepresidente, Joe Biden, y Sonia Sotomayor, una mujer de 54 años que, de ser confirmada por el Senado, se convertirá en la primera hispana en el más alto tribunal.

La elección de Obama para sustituir al juez David Souter, que ha decidido retirarse tras 19 años en la corte suprema, es significativa. La designación de estos magistrados es una de las más trascendentes decisiones que puede tomar un ocupante de la Casa Blanca, con repercusiones duraderas más allá de los mandatos presidenciales.

Y en el caso de la jueza de origen puertorriqueño, criada en unas viviendas de protección oficial en el Bronx, colabora a mantener un delicado equilibrio. Cuatro de los nueve jueces son extremadamente conservadores y otros cuatro, incluyendo Souter, son progresistas moderados, con un quinto juez que inclina la balanza a uno u otro lado. Y a Sotomayor se le sitúa en la misma línea de progresismo moderado que a Souter.

FACIL CONFIRMACION No se espera que se complique el proceso de confirmación de una mujer graduada con honores en Princeton y Yale, con décadas de experiencia en la abogacía pública y privada antes que como jueza, y sin que haya tenido un papel significativo en dictámenes en asuntos controvertidos como el aborto o la pena de muerte.

Hay varios elementos para este augurio. Uno, que un republicano, George Bush padre, eligió antes que nadie a Sotomayor en 1991 para un estrado federal (en 1997 Bill Clinton la promovió a un tribunal superior de apelaciones de Nueva York). Además, el debilitado Partido Republicano podría granjearse reacciones negativas si se opone a la designación de Sotomayor entre un bloque de votantes cada vez más vital en EEUU: el de los hispanos.

Aun así, la unánime bienvenida al nombramiento no existe. Y grupos conservadores han empezado a criticar a Sotomayor, denunciándola como una jueza activista, por sus comentarios.

Al anunciar su elección, Obama se adelantó a los potenciales ataques en ese flanco. Nada más presentarla, recordó las cualidades imprescindibles en un juez del Supremo: el primero, "un riguroso intelecto". El segundo, "el reconocimiento de los límites del papel judicial, una comprensión de que el trabajo de un juez es interpretar, no hacer la ley".

En la elección hay también una apuesta de Obama por una conmovedora historia. Hija de emigrantes, huérfana de padre desde los nueve años, con una madre que trabajaba seis días por semana, Sotomayor se reconoció ayer como encarnación del sueño americano: "una persona corriente bendecida con extraordinarias oportunidades y experiencias".