Sobre el papel han sido ocho días y ocho países, pero el mayor impacto del primer viaje internacional de Barack Obama como candidato del partido demócrata a la Casa Blanca se va a sentir en los próximos meses y a un océano de distancia de los escenarios de esta intensa semana. El periplo del senador de Illinois tenía un claro objetivo internacionalista, pero el prioritario era, por más que sus asistentes trataran de negarlo, reafirmar su categoría política a los ciudadanos estadounidenses que deben votar el próximo mes de noviembre y que, hasta ahora, han mirado con recelos la relativa falta de experiencia de Obama en asuntos exteriores.

El viaje ha sido una apuesta a cualquier plazo menos el corto. Y el propio Obama ha reconocido que, en lo inmediato, puede incluso plantear contrapartidas. "No me sorprendería ver cierta caída en algunas encuestas", advertía. "Hemos estado fuera del país una semana". Eran palabras que intentaban restar importancia a los sondeos que empezarán a realizarse en los próximos días, pero también a algunos publicados durante su viaje.

COMO SENADOR Mientras Obama visitaba Afganistán e Irak (en su condición de senador y en un viaje pagado por los contribuyentes); daba un discurso multitudinario en Berlín que le granjeaba comparaciones con iconos políticos y culturales como John F. Kennedy y los Beatles; y se reunía con líderes de Jordania, Israel, Palestina, Francia y el Reino Unido, los estadounidenses han seguido enfrentándose a la difícil realidad de una crisis económica. Tal vez por esa razón, el candidato republicano, John McCain, ha recortado distancias e incluso superado a Obama en los sondeos en algunos estados como Minnesota.

"Este viaje era importante para mí, no solo para subrayar cómo la situación internacional afecta a nuestra economía en EEUU, sino también porque tengo la esperanza de dar tanto al pueblo americano como a los líderes extranjeros una idea de dónde una Administración Obama podría llevar nuestra política exterior", dijo ayer. "Estoy convencido de que muchos de los asuntos a los que nos enfrentamos en casa no van a resolverse efectivamente a no ser que tengamos fuertes aliados en el exterior. Y, a no ser que encontremos la forma de lidiar con la situación en Irak y Afganistán, no solo vamos a estar menos seguros, sino que va a ser una gran sangría de recursos".

ASUNTO DOMESTICO La ventaja que va a tener para lograr su propósito de convertir un viaje al extranjero en un asunto doméstico es que su periplo ha despertado una atención mediática inusitada, y la amplia cobertura realizada y preparada por los medios estadounidenses le garantiza un goteo constante y prolongado de análisis y recordatorios de esta misión casi diplomática que sus opositores han criticado como pretenciosa y prematura. McCain la ha denostado estos días como "una gira de victoria antes de tiempo".

La propia campaña del demócrata ha dejado de ocultar la evidencia de que este era un viaje absolutamente político cuando ha empezado a utilizar el vídeo del discurso en Berlín en uno de los mensajes en los que reclaman donaciones a los registrados en la web de Obama. La mayoría de analistas de EEUU ha apreciado ese discurso más por la forma que por el contenido.

El viaje ha servido a Obama también para presentarse como un político que se mide de igual a igual con destacados líderes mundiales. Su campaña recibió muchas más peticiones para mantener encuentros de los que la agenda de Obama podía acomodar. Nicolas Sarkozy le ha llamado algo que podría traducirse como "mi colega". Y Shimon Peres pareció reconocerle más posibilidades que a McCain (71 años) cuando aseguró que "el futuro es de los jóvenes".

Por otro lado, los mandatarios que han actuado como anfitriones han demostrado que el mundo, o una gran parte, al menos, está preparado para sumir un relevo en Washington. Y eso es así, parece ser, incluso para el presidente George Bush, quien tras casi ocho años de mandato está tratando en sus últimos meses de dar algunos giros que ayuden a mejorar su legado, especialmente en lo diplomático.