Los objetivos no se alcanzan sin estrategias. Ayer, el presidente de EEUU, Barack Obama, dio el necesario paso de integrar esos dos factores elementales y, con la presentación de una nueva política sobre armas nucleares que limitará su uso por parte de Washington a "circunstancias extremas", avanzó hacia la meta que se marcó públicamente hace un año en un discurso en Praga.

La nueva política está contenida en la Nuclear Posture Review , la doctrina nuclear que las administraciones de EEUU deben presentar cada cuatro años al Congreso. Debía haberse presentado hace cuatro meses y su primera redacción fue rechazada en el Despacho Oval por considerarse demasiado similar a la doctrina nuclear de la Administración de George Bush. Finalmente, ayer se hizo pública y, aunque incluye elementos que descontentan tanto a algunos republicanos como a algunos demócratas y, en varios aspectos, representa cambios tibios, incluye también alteraciones radicales en la postura del país que, junto a Rusia, posee el 95% de las cabezas nucleares hoy existentes.

PROMESA Hay dos compromisos muy significativos en las 72 páginas del documento, que refleja una apuesta de Obama por basar la seguridad en armamento y sistemas de defensa "convencionales". Uno es la renuncia de Washington a fabricar nuevas cabezas nucleares, realizar pruebas con ese armamento o buscar nuevas misiones militares o capacidades para esas armas, aunque mantendrá en alerta las existentes.

El otro, posiblemente el de mayor importancia, es la promesa de no usar ni amenazar con usar armas nucleares contra países que no tengan ese armamento, hayan firmado el Tratado de No Proliferación y cumplan sus obligaciones al respecto, incluso aunque esas naciones lanzaran un ataque sobre EEUU o sus aliados, ya fuera convencional o con armas de destrucción masiva. "La mayor amenaza a la seguridad de EEUU y global ya no es un choque nuclear entre naciones, sino el terrorismo nuclear cometido por extremistas violentos y la proliferación nuclear a un creciente número de países", señaló ayer en un comunicado Obama que, con la redacción de la nueva doctrina, deja margen para usar el armamento nuclear contra Irán o Corea del Norte. El secretario de Defensa, Robert Gates, fue en una rueda de prensa más cristalino que Obama. En los casos de cómo lidiar con Teherán y Pyongyang, dijo que "todas las opciones están sobre la mesa".

Si el presidente puede dar por seguras las críticas del flanco conservador por un supuesto debilitamiento de la seguridad nacional, desde el progresista puede anticipar descontento por no ir más lejos. No ha declarado, por ejemplo, que EEUU nunca usará las armas nucleares en primer lugar y el documento tampoco habla de la disuasión como "único propósito" del armamento nuclear, sino que lo identifica como el "fundamental".

La presentación de la nueva doctrina nuclear de Obama fue bien recibida ayer por organismos como la ONU, cuyo secretario general, Ban Ki-moon, destacó la oportunidad del momento elegido, semanas antes de que se celebre en Nueva York la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación. Obviamente, no ha sido un momento casual. Mañana Obama firmará con Dmitri Medvédev en Praga el nuevo acuerdo sobre reducción de arsenales nucleares y la semana que viene recibirá en Washington a 47 jefes de Estado, incluyendo a José Luis Rodríguez Zapatero, en una cumbre mundial sobre seguridad nuclear.