Crisis es una palabra demasiado fuerte que el presidente de EEUU, Barack Obama, ha sustituido por "desacuerdo" para hablar de la tensión diplomá- tica intensificada entre su Administración y la de Binyamin Netanyahu. El pasado miércoles, en una entrevista con Fox News, Obama reafirmó a Israel como "uno de sus más cercanos aliados" y habló de "desacuerdo en términos de cómo mover hacia delante el proceso de paz".

Esa misma es la idea que defendía en un artículo de opinión publicado ayer en The New York Times Michael Oren, el embajador israelí en Washington, que aseguró que había sido citado erróneamente cuando se le atribuyó la frase de que ambos países atravesaban "la peor crisis de los últimos 35 años". En el texto, no obstante, Oren tocaba uno de los temas que mantienen viva la llama del desencuentro, y era la posición inamovible de Israel respecto a Jerusalén y la construcción de nuevos asentamientos.

La tensión es innegable en el Departamento de Estado, donde no se ha recibido aún una llamada de respuesta de Netanyahu, reclamada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en la que pidió al primer ministro israelí que proponga "acciones específicas" para avanzar el proceso. Netanyahu mantenía ayer una reunión con siete de sus ministros pero no había hecho ofertas concretas.