El verano pasado Afganistán se convirtió en el conflicto más largo de la historia de EEUU, superando incluso a Vietnam. Más de nueve años de una guerra cada vez más impopular, que ha visto en los últimos meses un aumento de las bajas civiles y militares y la expansión de la insurgencia talibán a diferentes zonas del país centroasiático.

Ahora que se cumple un año del anuncio de la nueva estrategia de la Casa Blanca para Afganistán con el envío de otras 30.000 tropas adicionales, ayer tocaba revisar el camino andado. El presidente Barack Obama destacó los progresos "significativos" obtenidos en los últimos meses pero reconoció que están siendo "frágiles" y en algunos casos "reversibles".

Aun así, el comandante en jefe reiteró el calendario marcado hace un año ya que se están dando los pasos para iniciar la retirada de tropas en julio, aunque al mismo tiempo volvió a condicionar el fin de la contienda a la evolución de los hechos sobre el terreno, con la mente puesta en el 2014 para la salida del último contingente militar.

Antes de comparecer, el presidente llamó por teléfono a su homólogo afgano, Hamid Karzai. Ambos coincidieron en que la seguridad está mejorando en muchas zonas pero insistieron en la importancia de acabar con el refugio de los talibanes y Al Qaeda en la frontera paquistaní.

PEOR MOMENTO La Casa Blanca celebra que la cúpula de Al Qaeda en Pakistán pase por su peor momento desde que arrancó la ofensiva, pero la insurgencia mantiene su capacidad operativa para planear atentados contra intereses de EEUU.

No parece que los servicios de inteligencia compartan el diagnóstico optimista. Dos informes revelados por The New York Times ponen en duda el éxito de la misión en Afganistán por la falta de cooperación de Pakistán, y reconocen que la insurgencia sigue reagrupándose.