Que los resultados oficiales de las elecciones presidenciales celebradas ayer en Guinea Ecuatorial se den a conocer de manera oficial el próximo 5 de diciembre es un dato poco relevante. De hecho, nadie ha puesto nunca en duda la victoria, siempre aplastante, del presidente Teodoro Obiang Nguema, el hombre que llegó al poder del pequeño país africano hace treinta años tras destronar a través de un golpe de Estado a su tío Francisco Macías.

El propio Obiang ya dejó claro durante la campaña electoral cuál era su aspiración en estos comicios: superar el porcentaje de votos que alcanzó en las presidenciales del 2002, y que fue del 97,1%. "Este pueblo empieza a asumir lo que es el concepto de la democratización", aseguró ayer tras votar Obiang, candidato del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE).

La oposición, por su lado, denunció numerosas irregularidades, como la desaparición de papeletas, la intimidación a electores o la expulsión de sus interventores de algunos colegios electorales.

PERIODISTAS VETADOS Las elecciones se celebraron sin la presencia de periodistas españoles, a los que el régimen les negó la entrada. Tampoco obtuvieron visados los miembros de una delegación del Congreso español, que tenía previsto viajar en calidad de observadores.

La victoria electoral de Obiang, la tercera consecutiva, le permitirá seguir dirigiendo por siete años más este pequeño país, rico en petróleo y gas, y que ocupa, a su vez, uno de los primeros puestos en la lista de países más corruptos del mundo.