La cúpula de los obispos españoles no se ha dejado atrapar por la salmodia de los que alaban la paz mientras tributan para la guerra. La amenaza cierta de una cercana masacre en Irak, así como el camino abierto por Juan Pablo II, ha desatado la lengua de los precavidos prelados.Ayer, en una atrevida muestra de apostasía en la fe monclovita, proclamaron que la paz es posible, las guerras son evitables y que las equivocaciones de los hombres son las que provocan la muerte.Ajena a este análisis, la ministra

Ana Palacio farfullaba que el Gobierno comparte "el fin último" de las históricas manifestaciones del sábado, y el vicepresidente Rodrigo Rato era emplazado por la oposición a explicar por qué negoció con Irak hasta hace tres meses un contrato petrolífero.Haciendo caso omiso de tales miserias terrenales, los obispos invitaron a combatir "con todos los medios lícitos" las causas que alimentan los grandes conflictos de la humanidad.