En la posguerra iraquí se dan numerosas paradojas, como por ejemplo, que cuanto menos colaboradores de Sadam quedan en la calle, más acciones armadas protagoniza la resistencia. Quizá, a partir de mañana, todo cambie y los iraquís entiendan que la bandera española que ondea en los vehículos militares que patrullen Nayaf no es la bandera del ocupante, sino la de un emisario de Occidente que les promete prosperidad y modernidad para enterrar el pasado. Aunque por ahora todo se haya quedado en promesas. De momento, esa bandera --como la de EEUU-- humilla al ocupado.