Total escepticismo acerca de la buena voluntad del régimen de Birmania entre los gobiernos occidentales, las oenegés internacionales y las principales instancias europeas. Un día después de que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon arrancara a la Junta militar birmana la promesa de permitir el acceso de los trabajadores humanitarios a las zonas devastadas por el ciclón Nargis , dirigentes del sector humanitario conminaron a las autoridades del país a "mantener sus promesas" y a facilitar la llegada de la ayuda humanitaria a la zona.

"Exigimos un acceso completo y sin restricciones para los trabajadores humanitarios extranjeros y un aumento en el número de vuelos de ayuda hacia Birmania", declaró el ministro británico de Desarrollo Internacional, Douglas Alexander. Hay que "asegurarse de que el régimen birmano escucha este mensaje de forma clara; queremos que sus palabras se traduzcan en actos".

"NO HAY REGLAS CLARAS" En idénticos términos se expresó Surin Pitsuwan, secretario general de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) encargado de coordinar la ayuda: "Debemos comprobar cómo se pueden traducir en actos las promesas del régimen birmano". Pero por el momento, todo sigue igual: "No hay reglas muy claras; a trabajadores asiáticos ya se les ha impedido acercarse al delta del Irauadi", admitió un cooperante en Rangún. Hasta el pasado viernes, y a pesar de las promesas internacionales, el régimen birmano, celoso de su soberanía, ha rechazado cualquier operación masiva de apoyo a los damnificados por el Nargis . La ayuda tan solo ha alcanzado al 25% de los 2,4 millones de víctimas. La cifra de fallecidos asciende a 133.000 personas.

El régimen birmano no solo ha venido poniendo trabas a la ayuda. Pese a las críticas internacionales por la falta de sensibilidad ante el gigantesco drama humano, el Gobierno ha celebrado un referendo constitucional en las zonas devastadas por el ciclón, consulta que fue aplazada en su día. Los colegios electorales abrieron a las 6.00 horas de la mañana y cerraron a las 16.00 horas en las siete circunscripciones del delta del río Irauadi y en otras 40 de la antigua capital, Rangún, gravemente afectadas por la catástrofe. En total, cinco de los 28 millones de electores fueron llamados a las urnas.

SIN OPCIONES "¿Qué es lo que voy a hacer?; he votado sí como los otros", explicó Ko Naing, de 45 años. "Dígame, ¿qué otra opción tengo?", aseguró Soei Teck, empleado en una oficina, de 26 años. "Mis amigos y yo votaremos ´sí´ porque yo no quiero tener enemigos", subrayó este birmano. Según los militares, la nueva Constitución abrirá la vía a "elecciones pluripartidistas" en el 2010 y a una posible "transferencia del poder".