Desde que comenzó la guerra israelí en Gaza, la plana mayor del Gobierno hebreo, además de todo un ejército de portavoces, analistas e intelectuales reclutados para la causa, ha repetido un mensaje: Israel solo busca la paz y es Hamás el que le ha arrastrado a esta guerra con sus ansias genocidas, teledirigidas desde Irán. "Israel es el primero que quiere que acabe la violencia", decía estos días la ministra de Exteriores, Tzipi Livni. "No estábamos buscando esto, pero no había otra opción. La tregua fue violada por Hamás", subrayó.

La realidad, sin embargo, es muy distinta. La ofensiva sobre Gaza se empezó a preparar mientras se ultimaba la tregua con Hamás en junio pasado, según el diario Haaretz . Otras fuentes sitúan el inicio mucho antes. Durante todo este tiempo, Israel puso a punto a las tropas, se decidieron las fases de la operación, se allanó el terreno diplomático y se fijaron las líneas de la campaña de relaciones públicas, destinada a defender la guerra ante la opinión pública internacional.

"Esto se preparó hace tiempo", dijo recientemente el exembajador de Israel ante las Naciones Unidas, Dan Gillerman, director de la campaña diplomática de esta guerra. "Nunca he visto trabajar a las partes de una maquinaria tan compleja con tanta coordinación para transmitir el mensaje", aseguró.

Israel no ha querido repetir los errores de la guerra del Líbano. Ni la improvisación política, ni la descoordinación militar, ni las contradicciones de su campaña mediática. La decisión de ir a por Hamás estaba tomada y la tregua sirvió para dar legitimidad a la ofensiva. "Llevo un año oyendo hablar del plan", afirma a este diario Menahem Klein, exasesor de Ehud Barak en las negociaciones de Camp David.