Sin saltar aún por los aires, la voluntad del Gobierno de Turquía de solucionar el problema kurdo con "más democracia" se encuentra cada día más lejos de poder convertirse en algo concreto. El atentado que el martes por la noche mató a 10 personas en la ciudad de Diyarbakir --incluidos siete niños-- supone un nuevo paso atrás en la estrategia del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, de hacer primar la diplomacia por encima de la fuerza. Ultimo episodio de una feroz ofensiva rebelde que desde hace un año ha dejado más de 200 muertos, el atentado refuerza a los nacionalistas turcos y debilita al actual Gobierno a tan solo 14 meses de las próximas elecciones legislativas.

Fue precisamente en Diyarbakir, una ciudad de mayoría kurda en el sureste de Anatolia, donde, hace un año, Erdogan pronunció el histórico discurso del que perduran aquellas dos palabras: "Más democracia". Era una decisión política a la que se veía obligado para abrirse un poco más las puertas de la adhesión a la Unión Europea (UE), y desde entonces los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) han multiplicado sus ataques. Solo en lo que ha transcurrido del 2006, 104 guerrilleros y 75 miembros de las fuerzas de seguridad turcas han muerto en acciones de combate, al tiempo que se han producido 17 atentados en los que han fallecido 22 personas y más de 200 han quedado heridas.

UN "SUEÑO LOCO" "La capacidad del Ejército turco se ha visto disminuida por el sueño loco del Gobierno de una adhesión de Turquía a la UE, que nunca tendrá lugar", opinaba ayer Altemur Kili§, editorialista del periódico nacionalista turco Turkiye . El Gobierno de Erdogan apenas reaccionó tras conocer este nuevo atentado, pero Estados Unidos sí lo hizo con firmeza. El general Joseph W. Ralston, enviado especial de Washington encargado de la lucha contra los rebeldes kurdos de Turquía refugiados en el norte de Irak, dijo ayer que hay que buscar "con urgencia" medidas "efectivas", "visibles" y "eficaces" contra la guerrilla kurda.

Si, por un lado, Europa presiona en favor de "más democracia", la Casa Blanca exige más mano dura contra el PKK, incluido en su listado de organizaciones terroristas.

El atentado del martes tuvo lugar en pleno centro de Diyarbakir, muy cerca de una parada de autobús. Al parecer, el explosivo estalló por accidente y en el lugar equivocado, y aunque una enigmática Brigada Turca de la Venganza, un grupúsculo de extrema derecha opuesto a los separatistas kurdos, se atribuyó la autoría del sanguinario atentado, las autoridades siguen creyendo que todo fue obra del PKK. El movimiento kurdo, sin embargo, negó su implicación y culpó directamente al Gobierno, al que acusa de querer sabotear "el proceso de paz".

En la misma línea, el alcalde de la ciudad, Osman Baydemir, denunció una "provocación" orientada a hacer "tambalear la paz", mientras que Erdogan se declaró "consternado" y lamentó la muerte de menores inocentes en el atentado.

GRAN OPERACION POLICIAL La policía turca lanzó una gran operación en Diyarbakir y sus alrededores después de la explosión, que además de los 10 fallecidos causó heridas a 14 personas y considerables daños materiales en los edificios vecinos. Muy poco acostumbrados a que el PKK actúe en la ciudad, los residentes de Diyarbakir estaban desconcertados.